Legendario cañonazo: aplausos a la hora del silencio

Eldonita de Maria Calvo
2020-04-22 15:58:18

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fotos: Internet

por María Calvo

El tradicional cañonazo de las nueve, se inició en el siglo XVIII cuando desde la Fortaleza San Carlos de la Cabaña disparaban una salva para anunciar a los vecinos el momento de cerrar las puertas de la muralla que a lo largo de decenas de kilómetros rodeaban la villa de San Cristóbal para resguardarla contra ataques de corsarios y piratas.

La muralla, impresionante cinturón de piedra, fue construida por orden de la corona española para defenderse de tan peligrosos visitantes. De aquella obra quedan algunos tramos en lo que hoy es La Habana Vieja.

En 1863 comenzó el derribo de las murallas de La Habana, pero la tradición del cañonazo de las nueve perdura hasta el presente como un llamado a conservar nuestras tradiciones.

Puntualmente, todos los días del año, ya sean de fiesta o de duelo, a las nueve de la noche, ni un minuto más ni un minuto menos, desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña se dispara un cañonazo.

Un suceso curioso ocurrió el 18 de septiembre de 1902, el tradicional disparo se efectuó 30 minutos después de lo establecido. La algarabía que se armó fue muy grande, pero aún se ignora la causa de tan insólita tardanza.

La ceremonia se ha dejado de efectuar en 1942 durante la II Guerra Mundial y en 1945 se reinició la tan antigua costumbre.

El disparo además de realizarse en la fortaleza San Carlos de la Cabaña, se ha realizado desde el barco Infanta Isabel, anclado en la entrada de la bahía durante el siglo XIX.

Se asegura que el cañonazo se puede escuchar en buena parte de la ciudad. En el Parque Central a los 4,3 segundos; en el Hotel Nacional a los 9,7 y en la esquina de 23 y 12 a los 16 segundos del estampido original.

Convertida en nuestro tiempo en un vistoso espectáculo desde la fortaleza de San Carlos de la Cabaña la ceremonia del "cañonazo" recrea un desfile militar con atributos y técnica de la etapa colonial, y concluye con el disparo de una salva desde uno de los cañones ubicados en la Cabaña, justo a las 9 de la noche.

Como testifica la historia, el disparo del cañón a las 21:00 horas indicaba que las puertas de la muralla se cerraban. Nadie entraba, nadie salía. Era la hora del silencio.

Pero en estos días justo a la misma hora en que suena en La Habana el patrimonial cañonazo, se rompe la calma y el silencio de las noches con el Aplauso Gigante de todos los cubanos desde cada balcón o ventana de la isla, en un homenaje masivo a los verdaderos héroes de estos tiempos.

A los médicos, enfermeros, técnicos y a todo el personal de la salud que desafían el riesgo viéndole el rostro más de cerca a la pandemia y que desde cualquier lugar combaten la COVID-19, palmadas de toda Cuba para quienes salvan al mundo. (Varios)



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