por Guillermo Alvarado
La opositora Mesa de la Unidad Democrática, MUD, perpetró el fraude más grande en la historia electoral de Venezuela para conseguir las firmas necesarias en el primer paso del referendo revocatorio contra el presidente Nicolas Maduro, denunciaron dirigentes de la Revolución Bolivariana.
De acuerdo con el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, ese proceso está muerto legalmente debido a las más de 8 600 denuncias de los ciudadanos en los tribunales por graves irregularidades durante la recolección de firmas.
También denunció que se comprobó que más de 10 000 personas fallecidas aparecen en las listas; así como los registros de 9 333 cédulas inexistentes, tres mil menores de edad que por ley no están capacitados para participar en el referendo y más de 1 300 personas inhabilitadas, entre otras cosas por estar cumpliendo una sanción penal.
Un flagrante caso de fraude fue denunciado por la periodista María Alejandra Aguirre, quien tras iniciar el proceso de revisión de las rúbricas del padrón a través de la página en internet del Consejo Nacional Electoral, CNE, buscó a su abuela Florinda Hurtado, fallecida hace tres años, y la encontró como firmante de la solicitud del revocatorio.
No obstante, el CNE avaló la recolección del uno por ciento de firmas del padrón electoral hecho por la MUD y dio luz verde a la segunda etapa, si bien anunció que denunciará ante la fiscalía todas las irregularidades detectadas.
La presidenta del CNE, Tibisay Lucena, dijo que hay múltiples fraudes que el Ministerio Público debe investigar, entre ellos la duplicación de firmas y huellas dactilares que no se corresponden con las personas que supuestamente avalaron la solicitud del revocatorio.
Ahora la oposición debe cumplir el segundo requisito, que consiste en reunir la aprobación del veinte por ciento de los ciudadanos aptos para ejercer el voto a su demanda de que el presidente Maduro sea retirado del cargo.
Observadores señalaron que hay pocas posibilidades de que esa consulta se realice en lo que resta de 2016, a pesar de las presiones de la derecha, a las cuales se sumó de manera abierta e inescrupulosa Estados Unidos.
En declaraciones por demás injerencistas, el secretario norteamericano de Estado, John Kerry, exigió a las autoridades electorales venezolanas “no jugar a los retrasos” en este proceso.
Resulta evidente que a Washington le urge tanto, o más que a la derecha recalcitrante, dar marcha atrás a la Revolución Bolivariana y recuperar el control sobre esa hermana nación, sobre todo de sus inmensos recursos energéticos, que son parte de los más oscuros deseos de la Casa Blanca.
