Por: Guillermo Alvarado
Más de una decena de muertos y cientos de heridos es el resultado de varios días de violencia en la Explanada de las Mezquitas, de la ciudad de Jerusalén, donde las fuerzas de seguridad israelíes continúan ejerciendo una violenta represión contra civiles palestinos que reclaman su derecho a la práctica de sus creencias religiosas en ese lugar, considerado sagrado para judíos y musulmanes.
Con el pretexto de reforzar la seguridad en ese sitio, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ordenó instalar detectores de metales y otros medios para revisar a los ciudadanos palestinos que desean acceder a esa zona para hacer sus oraciones.
La medida fue considerada como una provocación y un intento de las autoridades sionistas de afincar su control sobre territorios musulmanes en la ciudad vieja de Jerusalén. El gobierno de Tel Aviv también fue señalado de trasladar los conflictos políticos al plano religioso, lo que en opinión de la Liga Árabe significa “jugar con fuego”, en una zona ya de por si muy explosiva.
El viernes, día de rituales musulmanes, los soldados sionistas sólo permitieron entrar a la Explanada a mujeres palestinas y hombres mayores de 50 años, lo que detonó numerosos enfrentamientos que dejaron varios fallecidos y unos 400 heridos, Los problemas se extendieron durante todo el fin de semana con el uso desmedido de la fuerza por parte del ejército y la policía israelí contra grupos donde había numerosas mujeres y niños.
Este domingo el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, recordó que la mezquita de Al-aqsa está bajo soberanía palestina, por lo que Tel Aviv no tiene derecho a instalar controles en el lugar. Además rompió todos los contactos son el gobierno israelí hasta tanto éste recapacite y de marcha atrás a sus medidas.
El papa Francisco también se sumó a los llamados a restablecer la normalidad en la región y cesar la represión contra los palestinos.
Como es habitual, Israel hace caso omiso de estos reclamos e insiste en sus acciones, que son equiparadas con el genocidio y la limpieza étnica para evitar a toda costa la única solución a ese sangriento conflicto, que es la proclamación de dos Estados capaces de convivir en paz y soberanía, con las fronteras existentes en 1967.
Por estos días también se recordó el décimo aniversario de la imposición de un criminal bloqueo contra la Franja de Gaza, una estrecha porción de tierra de 365 kilómetros cuadrados donde se hacinan más de dos millones de personas.
Si bien las restricciones contra ese lugar ya existían, fue en 2007 que se oficializó el cierre de los pasos fronterizos y estrictos controles sobre el movimiento de personas y mercancías que tienen a esa población en medio de una crisis humanitaria severa.
Mientras la crueldad del gobierno sionista contra el pueblo palestino se incrementa, la comunidad internacional sigue reacia a una reacción enérgica, como implantar un boicot a los productos israelíes que forzaría a ese Estado a adoptar una conducta civilizada y poner fin a un conflicto que pasará a la historia como un nuevo holocausto.