Por: Guillermo Alvarado

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio una vuelta de tuerca más a su política contra los inmigrantes cuando decidió poner fin al programa denominado Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, DACA por sus siglas en inglés, que daba una protección especial a los conocido como “dreamers”, es decir soñadores.

Se trata de unos 800 mil inmigrantes indocumentados que llegaron siendo niños, acompañando a sus padres o solos, y crecieron en el país norteño evadiendo a las autoridades migratorias.

El DACA fue creado en 2012 por el entonces presidente Barack Obama bajo la presión de organizaciones sociales y permitía que los jóvenes con más de una década de residir en Estados Unidos sin papeles tuviesen un permiso de estadía y posibilidades de trabajar, acceder a estudios de nivel medio y superior, tramitar licencia de conducir y la oportunidad de montar pequeños negocios, todo ello durante un período de dos años, que podría ser renovado.

Lo más delicado del tema es que los cientos de miles que se acogieron a este proyecto fueron convencidos de tener confianza en el gobierno y entregaron todos sus datos personales como parte del expediente, por lo que ahora son vulnerables y fácilmente localizables por la policía.

Más aún, como el plan no fue aprobado por el Congreso y obedeció nada más que a una orden ejecutiva de Obama, ahora sólo hizo falta otra similar firmada por Trump para echarlo por tierra.

Con una hipocresía más grande que una catedral, el jefe de la Casa Blanca publicó un mensaje en las redes sociales donde dice que “Tengo un amor por esta gente y espero que ahora el Congreso los pueda ayudar”, porque en efecto, le pasó al organismo legislativo la responsabilidad de decidir el destino final de los soñadores.

En realidad con esta decisión el presidente Trump está cumpliendo dos de sus objetivos de gobierno. Uno es desmontar todo lo avanzado por Obama en materia de beneficios sociales y el otro es atacar con dureza la migración con el pretexto de proteger las fuentes de trabajo de los ciudadanos estadounidenses.

Las reacciones no se hicieron esperar, entre ellas las del cineasta Michael Moore, quien dijo por la red de twitter: “no tienen vergüenza… ni conciencia… no tienen idea de quién construyó este país”.

Desde hace días ejecutivos como Tim Cook, de Apple, Mark Zuckerberg, de Facebook, y Jeff Bezos, de Amazon, firmaron una carta pidiendo al gobierno proteger el DACA. En algunas de estas empresas laboran cientos de “soñadores” que ahora quedarán en un limbo jurídico y migratorio.

Legisladores y gobernadores de los partidos Republicano y Demócrata, religiosos, líderes comunitarios y rectores de universidades también se pronunciaron contra la medida de Trump que afecta en su mayoría a jóvenes de México, pero también de Guatemala, El Salvador, Corea del Sur, Honduras, China y Colombia.

Es un calamitoso despertar para estos jóvenes, al borde de la expulsión y la muerte de sus sueños y esperanzas en una nación que hace tiempo ya dejó de ser tierra de oportunidades. FIN