¿Qué son y cómo surgen las maras?

Eldonita de María Candela
2020-02-15 08:45:20

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Por: Guillermo Alvarado

El reciente conflicto de los poderes Ejecutivo y Legislativo en El Salvador sacó a la luz nuevamente el tema de las pandillas, las temibles “maras”, para cuyo combate el presidente Nayib Bukele exige la aprobación de un préstamo multimillonario destinado a comprar equipo militar.

Muchos se preguntarán cómo estos grupos llegaron a convertirse en un serio problema de seguridad nacional para varios países, en particular los miembros del Triángulo Norte centroamericano, formado por El Salvador, Honduras y Guatemala.

Sus primeros pasos los comenzaron a dar en los años 80 del siglo pasado en las calles de Los Ángeles, California, y se trataba entonces de jóvenes que escapaban a los conflictos armados en sus países, que se caracterizaron por la brutal violencia de los militares contra la sociedad civil.

Entonces su denominador común era ser pobres, no marginales sino marginalizados por el sistema, como bien apunta el analista Marcelo Colusi, víctimas del racismo de los blancos estadounidenses y del desprecio de otras minorías étnicas que los veían con recelo.

Su primer impulso, entonces, fue agruparse para defenderse y sobrevivir en un mundo dominado por las bandas dedicadas al robo, tráfico de drogas, contrabando y corrupción policial.

A este ambiente tóxico no sólo se adaptaron, sino que  se insertaron con relativo éxito, sobre todo porque muchos de estos jóvenes ya llevaban un historial delictivo y no les fue difícil combatir la violencia con más violencia, incluso superior a la de las pandillas locales.

Sus nombres se crearon en esas calles angelinas con remembranzas de otras tierras. Mara es, en el argot popular de sus países, el grupo, la pandilla de amigos, de escuela, barrio o calle y hasta la familia.

La primera y más grande de ellas la formaron emigrados salvadoreños en la calle 13 de Los Ángeles a partir de la palabra “trucha”, que significa listo, astuto o escurridizo, antepuesta por las primeras cinco letras de su patronímico: la “mara salvatrucha”, o MS-13.

Cerca de allí, en el barrio 18 surgió su principal rival, y con la que han tenido sangrientos enfrentamientos, la mara 18, o M-18.

Cuando las autoridades estadounidenses cayeron en la cuenta de lo que se había generado no optaron por combatirlas, mucho menos tratar de reformar a sus miembros, sino que los deportaron en masa hacia Centroamérica para quitarse de encima el problema.

Una vez de retorno a su miseria, exclusión y violencia habituales, pero ya con experiencia y organización, hallaron todas las condiciones para desarrollarse sobre todo por la ausencia del Estado y sus entidades en las zonas más pobres,  hasta convertirse en lo que hoy son, un tema amigos del que hablaremos en futuros comentarios.



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