Por: Guillermo Alvarado
Más que un escándalo, la salida de Carlos Dacotelli antes de ocupar su cargo como ministro designado por el presidente Jair Bolsonaro para la cartera de educación, es un absoluto ridículo que muestra una vez más la lamentable debilidad del gabinete brasileño.
Desde el inicio de su gestión el primero de enero de 2019, el excapitán del ejército y ferviente nostálgico de la dictadura y los torturadores, ha perdido a 13 miembros de su equipo, varios de ellos en condiciones propias del teatro de comedia barata.
Dacotelli fue escogido para sustituir a Abraham Weintraub, cuya salida ocurrió luego de haber dicho en una reunión del gabinete que los once miembros del Supremo Tribunal Federal, el máximo órgano de justicia, son unos vagabundos que debían ir a la cárcel.
Su “castigo” fue dejar la cartera y viajar a Nueva York para ocupar un puesto en el Banco Mundial. Weintraub, a su vez, había ocupado el cargo en lugar del colombiano
nacionalizado brasileño Ricardo Vélez Rodríguez, despedido a los 100 días de iniciado el gobierno tras la ocurrencia de citar como un ejemplo a seguir al narcotraficante Pablo Escobar.
El caso de Dacotelli es quizás más patético. Luego de ser anunciado su nombramiento publicó una hoja de servicios donde dijo tener un doctorado en la Universidad Nacional de Rosario; un post doctorado en la Universidad de Wuppertal, Alemania; y que era miembro de la fundación Getúlio Vargas.
Para su desdicha las tres instituciones negaron esas afirmaciones que lo pusieron en evidencia como mentiroso y dejaron en ridículo a Bolsonaro que debió aceptar la renuncia antes de entregarle la llave del ministerio.
El presidente tiene muchas debilidades, ya conocidas de sobra, pero cuenta con la curiosa habilidad de rodearse de colaboradores torpes, maliciosos, corruptos o controvertidos.
El cuestionable manejo de la Covid-19 le hizo perder a dos ministros de salud, Nelson Teich y Luiz Henrique Mandetta. También se fueron, entre otros, Osmar Terra, de la cartera de Ciudadanía; Gustavo Canuto, de Desarrollo Regional; así como Floriano Peixoto y Gustavo Bebiano, ambos de la secretaría general de la presidencia.
Un golpe que todavía le puede dar muchos dolores de cabeza fue el despido del titular de Justicia, Sergio Moro, hombre sin escrúpulos y acostumbrado a retorcer la ley, ahora convertido en enemigo poderoso del gobernante.
Vistas así las cosas, a Bolsonaro le viene muy bien aquel refrán popular de “dime con quién andas, y te diré quién eres”.