Por: Guillermo Alvarado

En medio de la avalancha mundial de noticias causadas por la pandemia de covid-19, hay una que me llamó la atención por el potencial impacto social que tiene y es el incremento del negativo fenómeno de la desaparición de mujeres en Perú.

De acuerdo con la defensoría del pueblo, la cuarentena impuesta por las autoridades para frenar al SARS-CoV-2, en lugar de disminuir la inexplicable ausencia de las féminas de sus hogares, la ha multiplicado.

En los tres meses y medio de medidas restrictivas, 915 peruanas, el 75 por ciento de ellas menores de edad, fueron reportadas como desaparecidas, un alza respecto al período precedente.

Walter Gutiérrez, defensor del pueblo, indicó que normalmente hay cinco casos diarios en todo el país, pero durante la cuarentena la cifra se elevó a ocho.

Tanto el funcionario, como organizaciones defensoras de los derechos femeninos, denunciaron que la policía no hace una investigación exhaustiva de estos hechos, por lo que muy pocas veces se puede establecer con certeza cuál fue el destino de la víctima.

Más aún, la desaparición de una mujer no está considerada en la actual legislación peruana como un acto de violencia de género, aunque en muchas ocasiones tenga como resultado la muerte de la persona.

Sólo en el mes de mayo 76 adultas y 207 menores, de ellas 158 niñas y adolescentes, se reportaron ausentes de sus domicilios.

Las causas fundamentales están en la pobreza, el abandono social y la falta de una política de Estado hacia los más vulnerables, lo que orilla a muchas jóvenes a alejarse de su entorno familiar, a veces para aceptar trabajos de dudosa legalidad.

También influyen el maltrato, la pérdida de afecto, confianza y comunicación, la disolución familiar y el contacto con desconocidos por medio de internet, que puede ser una puerta abierta hacia la explotación sexual o laboral.

Además, no existe un Registro Nacional de Personas Desaparecidas, lo que impide conocer cuál es la magnitud real de este problema. Hay informaciones que se obtienen de forma fragmentada por medio de organizaciones no gubernamentales, pero sin una base oficial de datos.

No se trata de un problema aislado de Perú. Otros países de la región también sufren el fenómeno de la desaparición femenina sin un acompañamiento adecuado del Estado a la víctima y sus familiares, una muestra más del rezago y abandono en que están algunas de estas sociedades.