Por: María Josefina Arce

Las elecciones generales de febrero de 2021 en Ecuador se vislumbran sumamente interesantes,  con el regreso a la escena política del ex mandatario Rafael Correa como candidato a la vicepresidencia.

Correa será el compañero de fórmula de Andrés Arauz por la coalición Movimiento Unión Nacional por la Esperanza,  una noticia gratamente acogida por muchos ecuatorianos dada la difícil situación económica y social que vive el país, ahora agravada por la crisis sanitaria ante la ineficaz respuesta del gobierno a la COVID 19.

Será un camino escabroso sin dudas, por los planes de la derecha de mantenerse en el poder y recurrir a cualquier método con tal de materializar su objetivo.

Ya ha intentado por todos los medios de vetar a Correa, que enfrenta una injusta condena de ocho años por supuestos cargos de corrupción.

Llegó incluso a maniobrar judicialmente para inhabilitar de cara a los comicios al nuevo partido del ex presidente, el Movimiento Compromiso Social. Una suspensión que posteriormente dejó sin efecto el Tribunal Contencioso Electoral, pero que demostró la parcialización política existente.

Pero el apoyo a Correa y su Revolución Ciudadana es grande. El ex gobernante concluyó su mandato con una alta aprobación por sus programas sociales y la estabilidad económica y política que dio a un Ecuador hasta ese momento escenario de una convulsa situación, incluso con golpes de estado.

Un estudio del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolitica reveló que la Revolución Ciudadana tiene un gran respaldo popular, que se ha manifestado especialmente en los últimos tiempos en las redes sociales.

Como dijimos será un camino extremadamente difícil, pero Correa cuenta con un gran apoyo y su compañero de fórmula Arauz no es desconocido. A pesar de su juventud ya fue ministro de Conocimiento y Talento Humano y de Cultura bajo su gobierno, además de estar académicamente muy preparado.

Para muchos es una apuesta audaz, pero sin dudas, analizada minuciosamente, ya que está en  juego el futuro de una nación que hoy se desangra.

Correa sabe que no será fácil, pero aceptó el desafío y la responsabilidad, como señala, por la Patria, por sus compañeros perseguidos y por la tranquilidad de las familias ecuatorianas.