Hambre y desperdicio

Eldonita de Maite González Martínez
2021-03-06 06:30:37

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La comida necesaria para resolver el problema del hambre en el mundo ya se produce, pero se tira a la basura. FAO

Por: Guillermo Alvarado

La segunda meta de desarrollo sostenible propuesta por la Organización de las Naciones Unidas para el 2030 es lograr el “hambre cero” en todo el mundo, es decir erradicar por completo el fantasma que hoy se cierne sobre casi 800 millones de seres humanos.

En pleno siglo XXI hay 66 millones de niños que van a la escuela con el estómago vacío y la desnutrición es responsable del 45 por ciento de las muertes entre los menores de cinco años, cifras espeluznantes.

Se trata de un fenómeno que afecta principalmente a los países pobres de África, América Latina y el sudeste de Asia, pero que de alguna manera también está presente en las naciones industrializadas, como Estados Unidos y ciertos miembros de la Unión Europea.

Varios expertos han señalado que es una contradicción la existencia de tantas personas sufriendo hambre, en un planeta que bien organizado tiene la capacidad de aportar los alimentos suficientes para sus poco más de siete mil millones de habitantes.

La verdadera tragedia, sin embargo, no es esa, sino que la comida necesaria para resolver el problema en todo el mundo, ya se produce, pero se desperdicia, se tira a la basura.

El más reciente informe al respecto, conocido esta semana, indica que en total cada año se bota la quinta parte de los alimentos elaborados o cosechados en todo el mundo, lo que significa el equivalente a 931 millones de toneladas.

A diferencia de otros estudios, estos datos no incluyen las partes no comestibles, como cáscaras o huesos.

La investigación fue publicada por el Programa de la ONU para el Medio Ambiente, PNUMA, y está considerada como la más completa realizada hasta ahora porque no sólo abarca a los países ricos, sino que también a los menos favorecidos donde sorprendentemente ocurre este desperdicio.

Como promedio, se pierden cada año 121 kilogramos de comida por persona y de ellos 74 kilos, es decir más de la mitad, provienen de los hogares y el resto de restaurantes, cadenas de distribución o ventas al por menor.

Se puede ver, entonces, que se trata de un problema que va más allá de la economía o sistemas de producción, porque entra en los dominios de la educación, o más bien de la mala educación, de patrones de conducta y de la influencia negativa de la publicidad que fuerza a comprar más de lo necesario.

Si no se quiere ver como un tema de derechos humanos, que lo es, piense amigo oyente o lector que un trabajador mal alimentado rinde menos, un niño con hambre no aprende lo suficiente en la escuela y que la desnutrición causa daños físicos e intelectuales que duran toda la vida.



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