Para la derecha peruana todo es válido

Eldonita de Maite González Martínez
2021-06-03 07:21:16

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Pedro Castillo y Keko Fujimori candidatos de segunda vuelta presidencial en Perú.

Por: Roberto Morejón

La derecha en América Latina coincide en presentarse como paladín de la democracia y la libertad, cuyos atributos, afirma, son excluyentes para segmentos progresistas o de izquierda, pero en relación con Perú, como en otros sitios, los hechos señalan otra cosa.

Ante el surgimiento de Pedro Castillo, un modesto maestro procedente de emporios empobrecidos como aspirante a la presidencia de Perú, empresarios,  inversionistas, políticos de vieja data y el poder mediático, en manos de dos grandes familias, se atrincheran detrás de la otra candidata.

Hasta ahí no hay nada nuevo. Sin embargo, no es más de lo mismo. La pretendiente a la Jefatura del Estado, Keiko Fujimori, ha sido vinculada a la corrupción, fenómeno afianzado en el país.

Acusada de los delitos de organización criminal y lavado de activos por los que la fiscalía pide 30 años de prisión, la señora Fujimori busca con la condición de estadista lograr la impunidad, aducen sus antagonistas.

 Presentada por sus numerosos críticos como encarnación de los pésimos ardides de la política peruana, la pretendiente de Fuerza Popular ganó ojeriza por entorpecer las funciones del gobierno desde su escaño en el Congreso.

 Su poder nadie lo duda, al punto de pasar más de un año en prisión ante sospechas de los órganos de justicia de una posible injerencia en las investigaciones por turbios manejos.

 De esa sombra no la apartó ni siquiera su esposo, el  poderoso estadounidense Mark Vito, sobre el que gravita una pesquisa por delitos de corrupción.

 Ante las recriminaciones,  Keiko asegura retractarse de sus dislates, aunque no deja de añorar en público el régimen encabezado por su padre, Alberto Fujimori, considerado dictador y corrompido.

 Bajo aquella influencia, Keiko prometió si gana la presidencia establecer en Perú lo que llamó la "demodura", democracia con mano dura, además de excarcelar a su progenitor, quien cumple una condena por delitos de lesa humanidad y corrupción.

 ¿Y por qué la derecha se agrupa en torno a una figura con historial tan sinuoso?. Pues ven en ella un mal menor al que atribuyen, sin pruebas, a Castillo, solo porque aboga por cambios a partir de una asamblea Constituyente, para transformar la Carta Magna.

 Los conservadores en Perú dejan caer antifaces sobre excelsitud democrática y la moral pasa a segundo plano. 



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