Los niños del Darién

Eldonita de Martha Ríos
2021-10-13 00:14:46

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La UNICEF aseguró que el fenómeno de los niños migrantes, muchas veces solos, tiene que ser tratado con urgencia como una crisis humanitaria en toda la región.
Foto: Chicago Tribune

Por Guillermo Alvarado (RHC)

La zona selvática que separa a Colombia de Panamá, conocida como Tapón del Darién, tiene unas 70 mil hectáreas de extensión y está poblada por gran diversidad de flora y fauna que incluye animales muy peligrosos, como serpientes venenosas, felinos de talla mediana y otras especies de cuidado.

Se trata de un punto de cruce entre las extensas regiones del sur del continente y el istmo de Centroamérica, devenido prueba de fuego para grupos de personas que fluyen en dirección al norte, en busca de las aparentes ventajas de Estados Unidos, el país más rico del mundo.

El Darién es un paraíso natural donde la cuarta parte de especies animales y vegetales que contiene sólo existen allí y en ninguna otra parte.

También suele ser un infierno para quienes sin una preparación, equipo y pertrechos adecuados, con guías locales que suelen estar en contacto con bandas del crimen organizado, se atreven a cruzarlo como hacen en estos días decenas de miles de desesperados.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, alertó que por lo menos 19 mil niños, viajando acompañados por familiares o solos, atravesaron este año los 266 kilómetros de selva, lo que representa un máximo histórico de migrantes menores de edad en ese hostil territorio.

De acuerdo con la entidad, la mitad de estos infantes tienen menos de cinco años, y aunque los de esta edad suelen ir junto a sus papás, en el trayecto pueden ocurrir muchas cosas y verse separados de los adultos.

La UNICEF aseguró que este fenómeno tiene que ser tratado con urgencia como una crisis humanitaria en toda la región, más allá de los países directamente concernidos, en este caso Colombia y Panamá.

Cada niño que logra finalizar la travesía es un sobreviviente, dijo la directora del Fondo para América Latina y El Caribe, Jean Gough, quien advirtió que en la espesura de la jungla los robos, las violaciones y la trata de personas son tan peligrosas como los animales salvajes y los insectos.

No se trata de la versión edulcorada pintada por la cinematografía del “Libro de la Selva”, de Rudyard Kipling, sino de una cruda realidad que estos pequeños deben enfrentar como consecuencia de la miseria, el abandono y la falta de oportunidades que sufren sus familias en su lugar de origen.

Se tiene información de los que lograron llegar a la meta en Panamá, donde siempre existe la posibilidad de que sean expulsados, pero jamás se conocerá la cifra exacta de los que murieron en el camino.

Es inquietante que en pleno siglo XXI se siga tratando con tanta indiferencia y abandono a quienes son la semilla, la esperanza de nuestra sobrevivencia como especie y que, como dijo José Martí, nacieron para ser felices.      



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