¿Feliz Año Nuevo?

Eldonita de Lorena Viñas Rodríguez
2022-01-10 07:27:34

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Imagen / Arecoa

Por: Guillermo Alvarado

Miles de vuelos cancelados por todo el mundo, escuelas, oficinas y otros centros de trabajo cerrados y mucha incertidumbre respecto al futuro inmediato por la pandemia de covid-19, muestran que el 2022 no empezó mejor de lo que terminó el año pasado.

El inquietante panorama fue precisado por el director general de la Organización Mundial de la Salud, OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien llamó a no minimizar el peligro de la variante Ómicron que tiene una velocidad de transmisión no vista en las cepas anteriores.

Que sea menos letal que Delta no significa que sea leve, dijo el funcionario, y recordó que en las últimas semanas los hospitales de muchos países están colapsando ante la gran cantidad de casos, algunos de los cuales evolucionan hacia la gravedad y la muerte.

Los hechos así lo demuestran. En Estados Unidos el reciente lunes 3 de enero se registró la alucinante cifra de un millón de nuevos enfermos en apenas 24 horas y los números escalan en otros lugares, como la región Europa de la OMS, donde se están adoptando de nuevo medidas restrictivas.

Además de las estadísticas, Ghebreyesus se refirió a los problemas derivados de la desigualdad mundial en el acceso a las vacunas.

Desde hace meses la organización propuso que todos los países tuvieran al diez por ciento de su población totalmente vacunada a fines de septiembre de 2021, indicador que debería subir a 40 puntos al 31 de diciembre.

Sin embargo, de los 192 miembros de la OMS, 92 no alcanzaron esa meta y 36 terminaron el año pasado por debajo del 10 por ciento de inmunización completa de sus habitantes, todos pertenecientes al llamado mundo pobre.

Ya está suficientemente claro para todos que un virus cambia sus propiedades, es decir muta, cuando se transmite de un huésped a otro numerosas veces, por lo que un pequeño grupo de Estados no hacen nada vacunando a toda su población, si en el resto la enfermedad campea por sus respetos.

Los científicos saben esto desde el principio, pero los grandes laboratorios transnacionales, en lugar de usar el sentido común usaron el de la avaricia y optaron por acumular gigantescas ganancias, vendiendo sus productos a los más ricos, que obstaculizaron una distribución equitativa.

Peor aún, en las naciones supuestamente desarrolladas creció un movimiento anti vacunas inexplicable e inaceptable, mientras millones de excluidos clamaban por ayuda para contener el virus.

Nada hace presagiar que esta conducta va a cambiar este 2022  por lo que resulta muy difícil desearle “feliz año” a una humanidad empeñada, con escasas excepciones, en hacerse infeliz a sí misma.



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