Protestas de agricultores franceses. Foto: El País

por Guillermo Alvarado

Durante los últimos días el cerco anunciado por los agricultores franceses sobre París se va cerrando y pone contra la pared al gobierno de Emmanuel Macron y su nuevo y joven primer ministro, Gabriel Attal, que buscan cómo aplacar la cólera de quienes sienten postergados u olvidados sus derechos.

La noche pasada se realizó una reunión de más de 3 horas y media entre Attal y los líderes de la protesta, que reclaman por la caída de sus ingresos, las bajas pensiones, las excesivas normas ambientales y los efectos negativos de la competencia foránea.

Mientras eso ocurría, cientos de tractores se movilizaron hacia la “Ciudad Luz” y comenzaron a instalar ocho puntos de bloqueo en la región de Isla de Francia, donde está la capital, impidiendo el tránsito en ambos sentidos en las grandes autopistas.

El denominado “bloqueo de París” se realizará, advirtieron, durante un tiempo indeterminado y se anunciaron medidas semejantes en otros sitios del país, como Lyon, Marsella y Bretaña.

Pero este problema, bastante grave por supuesto, no es lo único que quita el sueño en el Palacio del Elíseo, porque hay numerosos frentes abiertos.

Cuatro organizaciones de conductores de taxis también llamaron a la lucha por obtener mejores ingresos y la víspera realizaron una operación tortuga en varias ciudades, incluida la capital.

Este martes los trabajadores de la empresa Electricidad de Francia están en huelga todo el día para reclamar que los representantes de la firma se sienten a negociar sobre el tema de los salarios.

Durante la jornada habrá un descenso en la producción de energía y se detendrán los trabajos en los reactores nucleares que están en mantenimiento.

Mientras, los profesores paralizarán sus funciones el jueves 1 de febrero para exigir mejores sueldos, detener la supresión de puestos y mejorar las condiciones laborales y de ingresos de los acompañantes de alumnos con capacidades diferenciadas.

Si bien por ahora las exigencias son muy específicas en cada sector, nadie puede descartar que en algún momento brote una coordinación en las luchas, lo cual pondría al ejecutivo francés en una situación muy compleja.

Francia es la segunda economía más desarrollada de la Unión Europea y pertenece al exclusivo club de las potencias nucleares del mundo, por lo que no se debe dejar de prestar atención a lo que ocurre allí, donde la cólera de la gente se va acumulando y sus autoridades han esperado mucho tiempo para dar las respuestas adecuadas.