La OEA, Donald Trump y los malos consejeros de Luis Almagro

Eldonita de Maria Calvo
2017-02-22 12:36:20

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por  Roberto García Hernández

La llegada del presidente estadounidense Donald Trump al poder parece estimular a algunos sectores en Washington que tratan de reactivar sus posiciones anti-latinoamericanistas más afines con los nuevos aires que corren en la Casa Blanca.

Incluso se adelantan de cierta manera, pues la administración Trump apenas ha esbozado su política hacia la región y todo parece indicar que una medida de ese tipo demorará un poco en ver la luz, pues hay otras prioridades mucho más perentorias para la nación norteña, como las crisis, escándalos y encontronazos con líderes foráneos que abundan por la capital norteamericana.

En esa corriente de pensamiento parecen navegar algunos paladines de una nueva "misión histórica" de la Organización de Estados Americanos (OEA), quienes pretenden estimular el establecimiento de una política de línea dura de la nueva Administración norteamericana hacia América Latina.

Es por eso que aplauden las más recientes decisiones de Trump contra Venezuela, impulsados por sus asesores más recalcitrantes, pero rechazadas de forma contundente por el Gobierno del presidente Nicolás Maduro.

Uno de los objetivos es aplicar la llamada "Carta Democrática" contra el Gobierno venezolano y contribuir a la implementación de la política de "cambio de régimen", concepto muy familiar entre los sectores ultra reaccionarios en Washington.

Pero los partidarios de estas y otras acciones pretenden llegar mucho más lejos y tratan de resucitar -si es que alguna vez estuvo vivo- el "liderazgo" de la OEA en la región.

Una de las vías para revivir ese espíritu es socavando por todos los medios, el papel de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), surgida en Caracas, Venezuela, en 2011, ente del cual está excluido Estados Unidos.

Los partidarios de estas tendencias tienen fe en que se repitan procesos similares como la llegada al poder de gobiernos de corte derechista en Brasil y Argentina, y la realización de acciones subversivas propias de la llamada Guerra No Convencional, como las maniobras desestabilizadoras de la oposición violenta en Venezuela.

Quizás confían en que el nuevo asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Herbert R. McMaster -experto en actividades de insurgencia y contrainsurgencia- ponga su grano de arena para convertir a América Latina y el Caribe en un polígono de pruebas de nuevas y viejas concepciones de los manuales de campaña del Pentágono.

McMaster, un general en servicio activo, es veterano de la Guerra del Golfo (1991) y de la segunda invasión contra Iraq, que comenzó en marzo de 2003.

Recordemos que en el gabinete de Trump, entre otros exgenerales, está también el secretario de Seguridad Interior, John F. Kelly, -exjefe del Comando Sur, promotor de políticas agresivas contra América Latina y el Caribe.

Un análisis somero de los encontronazos de los representantes de la OEA con líderes latinoamericanos en los últimos meses debiera poner a pensar a quienes tratan de revivir el papel de esta organización.

El presidente ecuatoriano Rafael Correa, su homólogo boliviano Evo Morales, además del venezolano Nicolás Maduro hablaron sobre el tema con suma claridad y reiteraron, cada cual desde su perspectiva, que la OEA no solo carece de futuro en la región, sino que tampoco tiene lugar en el presente.

A esto se suman las declaraciones del presidente cubano, Raúl Castro, quien ratificó sin ambages la decisión de las autoridades de la isla de no regresar jamás al seno de esa organización, a la calificó en varias ocasiones como "un instrumento de dominación imperialista".

El mandatario expresó esta posición en la sesión inaugural de la VII Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) que tuvo lugar en junio de 2016 en La Habana, y en otros foros internacionales.

Este evidente rechazo no solo proviene de importantes líderes continentales, sino también de instituciones académicas y prestigiosos intelectuales en la región, que independientemente de sus posiciones políticas reconocen el deterioro indiscutible de la OEA.

Es por eso que el secretario general de esa organización, Luis Almagro, y sus consejeros más cercanos tienen en esas valoraciones la información suficiente como para evitarse problemas adicionales.

De esta forma pudieran percatarse además de cuál es el sitio en que la opinión pública latinoamericana tiene a la que el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, llamó una y otra vez "Ministerio de Colonias yanquis".



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