La Habana, 10 abr (RHC) Un día como hoy, pero de 1967, cae en combate, en la confluencia de los ríos Iripiti y Ñacahuasú, el primer cubano integrante de la guerrilla del Che en Bolivia, Jesús Suarez Gayol, alias el Rubio.
En ocasión del Aniversario 50 de la lucha del Che y sus compañeros en Bolivia , Cuba recuerda a Rubio y le rinde sentido homenaje por dedicar su vida a la revolución cubana y latinoamericana.
Hijo de emigrantes asturianos, Suárez nació en La Habana el 24 de mayo de 1936. Durante su juventud se destacó como dirigente estudiantil y como miembro del Movimiento 26 de Julio encabezó las Brigadas Juveniles del Movimiento en la lucha contra la dictadura de Batista.
En 1956 se matricula en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de La Habana y encabeza varias acciones de sabotaje por las que la policía lo persigue y encarcela en repetidas ocasiones.
Forzado al exilio, participa en México en una expedición armada y desembarca en territorio de la provincia cubana de Pinar del Río en abril de 1958.
En una acción de sabotaje recibe quemaduras graves y se ve obligado a alejarse de la ciudad para que las fuerzas represivas no lo descubran.
Entra al Ejército Rebelde bajo el mando de Ernesto Guevara, quien lo nombra capitán y realiza actividades de instructor de reclutas además de combatiente.
Tras el triunfo de la Revolución participa junto a su Comandante en la construcción de la nueva sociedad y desempeña cargos en el Ejército Rebelde y el gobierno.
Posteriormente destaca por su tarea como viceministro del Azúcar en el Ministerio de Industrias. Sin embargo, renuncia a sus cargos de responsabilidad para participar en la misión internacionalista en Bolivia cuando el Che lo elige.
En Cuba deja a su familia y a su pequeño de casi cuatro años, Jesús, a quien dedica una preciosa carta de despedida.
El 19 de diciembre de 1966 se incorpora al núcleo guerrillero y es designado a la Retaguardia. Muere en combate en la confluencia de los ríos Iripiti y Ñacahuasú el 10 de abril de 1967, siendo así el primer cubano que cae en la lucha internacionalista en Bolivia.
En la carta de despedida a su madre, Aurora, el mismo Rubio había subrayado que el verdadero revolucionario “siente la necesidad de servir a la Revolución desde los lugares más difíciles, en los puestos de vanguardia” (ECURED).
