Paranoia cultural

Eldonita de María Candela
2023-07-04 09:10:37

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Imagen ilustrativa

Alfredo García Almeida*

El pasado 28 de junio, la jefa del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, declaró a MSNBC, News, sobre su posible viaje a China: “Hay un nuevo grupo de líderes, necesitamos conocernos. Y tenemos que discutir nuestros desacuerdos entre nosotros, para que no tengamos malentendidos, no malinterpretemos las intenciones de los demás”, afirmó la experta financiera. Yellen viajará a China, del 6 al 9 de julio.

Por primera vez un alto funcionario norteamericano, menciona la posibilidad de  “malentendidos” y “malinterpretaciones”, en las negociaciones entre EEUU y China. Por muy alto nivel profesional que tengan las traducciones o incluso hablando el mismo idioma, el dialogo entre EEUU y China no alcanza a superar las diferencias culturales y la antagónica visión del mundo entre ambos países, que durante las negociaciones bilaterales deforman las ideas, valores y principios.
 
El ejemplo más exponente lo dio el entonces presidente, Donald Trump, cuando recibió con “bombo y platillo” al mandatario chino, Xi Jinping, el 6 de abril de 2017 en su residencia de Mar-a-Lago, en La Florida, una de las primeras visitas de Estado después de su llegada a la Casa Blanca. Trump demostró su voluntad de “pasar la hoja” de amenazas contra China, durante su campaña electoral. A pesar de los escabrosos temas de la agenda, (tensiones comerciales, Taiwán, Corea del Norte) en el encuentro bilateral, el flamante presidente dio una impresión conciliatoria con el líder chino, que sembró esperanzas en el mejoramiento de las relaciones bilaterales.

Los siguientes contactos bilaterales con China y la sorprendente visita de Trump a Corea del Norte, hizo pensar que el mandatario norteamericano, rompía el molde de sus antecesores por el bien de ambos países. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Las distintas interpretaciones oficiales de ambas partes sobre el resultado de los encuentros bilaterales, sugerían que había algo más que los intereses encontrados. Con esa paranoia cultural, continuó el presidente, Biden, el inevitable camino de los “malentendidos”.

Recientemente viajó a China, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, con el objetivo de restablecer las líneas de comunicación de alto nivel entre ambos países. Según Global Times, en declaraciones a la Voz de las Américas, “Blinken negó que frenar a China económica y globalmente sirva a los intereses de EEUU, que EEUU quiere asegurarse de que en la competencia con China, EEUU esté en una posición de fuerza y capaz de dar forma a lo que viene después”. Para colmo, recientemente Biden se refirió a Jinping como “dictador”, durante un evento de recaudación de fondos en California, disipando la “buena fe” del viaje de su secretario de Estado a China. Pekín expresó de inmediato su contrariedad, señalando las diferencias de Washington, “entre lo que dice y lo que hace”.

El inexorable rumbo paralelo de la política exterior de EEUU y China, tiene como destino la catástrofe. La asesoría de historiadores en futuras delegaciones norteamericanas, quizás pueda superar la paranoia cultural de Washington con la milenaria China, que le impide manejar con objetividad y pragmatismo la competencia política, económica y social con el gigante asiático.    

* periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.

 



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