
Foto: El Avance
Por: Alfredo García Almeida*
No todo es negativo en la moderna versión del imperialismo siglo XXI, expuesta por el presidente, Donald Trump, sobre Canadá, Groenlandia y Panamá, siguiendo la doctrina del “Destino Manifiesto” y sus sueños de “Let's Make America Great Again”, (Haz a los Estados Unidos grande otra vez), consigna heredada de la campaña electoral del candidato republicano, Ronald Reagan, en 1980.
Así fue como el primer ministro de Canada, Justin Trudeau, pasó de pensar que Trump bromeaba cuando se refirió a él como “gobernador” y a Canadá como “el Estado 51” de la nación norteamericana, a afirmar públicamente que el aliado y vecino más próximo de Canadá, estaba aplicando una estrategia para aplastar el país y así apoderarse de él. Tras las declaraciones de Trump, ha comenzado a crecer en Canadá, a nivel popular, un sentimiento de “traición de un país socio y amigo”.
¿De dónde surge la motivación territorial de Trump, respecto a Groenlandia? Durante la II Guerra Mundial, Dinamarca estuvo ocupada por la Alemania nazi. Tras la victoria aliada, los gobiernos danés y estadounidense, firmaron un acuerdo para ceder la defensa y el control de Groenlandia a los Estados Unidos y permitió que construyera una base militar en Thule, al noroeste de la isla. En 1961, fue construido un radar del Sistema de Alerta Temprana de Misil Balístico (BMEWS), en un sitio denominado, “J-Site”, para proporcionar a Estados Unidos una alerta temprana sobre un posible ataque de misiles transpolar desde la Rusia continental. Es comprensible el interés de Trump, en recuperar la estratégica isla.
Respecto al Canal de Panamá, ubicado entre el mar Caribe y el océano Pacífico, antes de su apertura, los pasos naturales entre los océanos Atlántico y Pacífico, eran el Estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos, en el extremo austral de Chile. Colombia, Francia y más tarde, Estados Unidos, controlaron el territorio que rodeaba el canal durante su construcción. En 1903, tropas estadounidenses desembarcaron en el Departamento colombiano de Panamá y fomentaron un movimiento separatista, ocupando militarmente la región y proclamando unilateralmente a Panamá como una república independiente. El Tratado Hay-Bunau Varilla entre EEUU y la forzada república de Panamá, cedió a “perpetuidad” los derechos sobre una zona del istmo en la que se construirá el futuro canal de Panamá. Washington, se hizo cargo del proyecto en 1904 e inauguró el canal en 1914.
EEUU siguió ocupando militarmente el canal y su zona circundante, reprimiendo las crecientes protestas estudiantiles, a un elevado costo de su prestigio internacional, hasta que los Tratados Torrijos-Carter, dispusieron su entrega a Panamá en 1977. Tras un periodo operativo conjunto estadounidense-panameño, el gobierno panameño tomó el control en 1999, quien desde entonces, lo opera como propiedad soberana.
El imperialismo, exacerba los sentimientos nacionalistas e independentistas. No se conoce si Trump y su equipo, están conscientes de que es una bola de nieve cuesta abajo sin control, que inevitablemente alimenta la emancipación de los pueblos y sus gobiernos, sin distinguir en ideologías políticas.
*periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.