Los enfrentamientos entre hooligans rusos e ingleses en Marsella este fin de semana supusieron un golpe contra la imagen de Rusia como país anfitrión del Mundial-2018, y cuya reputación está ya en entredicho por un enorme escándalo de dopaje.
La imagen de un padre con su hijo en brazos intentando esquivar a los aficionados rusos enzarzados en una pelea con los ingleses en las tribunas al final del partido Inglaterra-Rusia (1-1), el sábado en Marsella, dio la vuelta al mundo.
Los choques entre rusos e ingleses del sábado por la tarde causaron 35 heridos tras el partido entre Rusia e Inglaterra (1-1), lo que indujo a la UEFA a amenazar con la descalificación de los dos países del torneo.
Ya en el exterior del estadio Velodrome los enfrentamientos se sucedieron. El fiscal de Marsella reveló este lunes que la policía francesa no pudo detener a ninguno de los hooligans rusos "sumamente entrenados".
"Son profesionales de la violencia", analiza Sebastian Louis, especialista en violencia ultra, consultado por la AFP.
La Unión Rusa de Fútbol, presidida por el ministro de Deportes Vitali Moutko, apeló a los aficionados a "demostrar que respetan al equipo rival y a sus aficionados". E indicó que los partidos de Rusia estarían "estrechamente vigilados por las instancias disciplinarias internacionales del fútbol".
Para uno de los Cpresentes en Marsella durante los hechos, la amenaza de descalificación "no tendrá ninguna influencia en la actitud de los aficionados", afirmó Vladimir, un+ ruso de 30 años interrogado por la AFP un día después de los actos violentos.
Pero más allá de la eventual multa o exclusión de la Eurocopa-2016, Rusia teme sobre todo los daños a su imagen a dos años de la Copa del Mundo que organizará.
- "Ganas de revancha" -
De los 15.000 aficionados rusos llegados a Francia, sólo 5.000 deberían seguir después del lunes por la noche, afirmó a la AFP el responsable de la organización de seguidores rusos, Alexandre Chpriguine. "Los próximos partidos serán tranquilos", prometió.
"Detrás (de los hooligans), hay un país de 140 millones de habitantes, los futuros anfitriones de la Copa del Mundo, y sienten vergüenza", declaró el ministro ruso de Deportes.
"No demos a nuestros colegas y 'amigos' de jugar la carta" del hooliganismo contra Rusia, añadió el ministro.
¿Puede el Mundial-2018 gangrenarse por la violencia? "Es posible, porque en este momento la reputación de los hooligans rusos está al máximo, y habrá probablemente ganas de revancha (de aficionados de otras naciones)", predice Louis.
Rusia se halla en el punto de mira de las instancias deportivas desde la revelación en noviembre de un vasto escándalo de dopaje por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
Los atletas rusos, acusados de haberse beneficiado de un sistema organizado de dopaje, podrían quedar excluidos de los Juegos Olímpicos de Rio: la Federación Internacional de Atletismo dará el viernes su veredicto.
- Componente racista -
La violencia de la que dieron prueba los aficionados rusos el sábado no ayuda a mejorar la imagen de Rusia, se lamenta Moutko.
Además, Rusia debe enfrentarse a conflictos racistas protagonizados por aficionados de sus equipos.
En 2015 y 2014, profirieron gritos de mono al brasileño Hulk, estrella del Zénit San Petersburgo, y los ultras lanzan regularmente bananas a los jugadores negros de otros equipos.
Cambiar el comportamiento de los aficionados antes del 2018 se antoja una tarea difícil para las autoridades rusas, a menudo acusadas de dirigir la vista hacia otro lado ante los hooligans.
La ley establece penas para los aficionados violentos que pueden ir hasta los 7 años, o a 8 si son arrestados en posesión de petardos.
Un proyecto de ley establece la posibilidad de crear una "lista negra" de aficionados a los que se les prohibiría la entrada a recintos deportivos.
"Por supuesto, es algo que no gusta a todos, los estadios perderán dinero pero la seguridad es la prioridad", explicó el domingo a la web SovSport el presidente de la comisión de Deportes de la Duma (cámara baja del parlamento), Dmitri Svichtchiev.
"Estos incidentes (en Marsella) nos decepcionan pero nos empujan a alcanzar conclusiones sobre lo que debemos hacer para que no ocurra en nuestra casa", durante el Mundial, explica.
(AFP)