Sudán del Sur oprimido por la violencia y el hambre

Editado por Maria Calvo
2016-07-15 11:29:16

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por Roberto Morejón

Otro país africano, Sudán del Sur, se desangra en guerras fratricidas con un telón de fondo con importantes recursos naturales, cuyo control es codiciado por nacionales y extranjeros.

A cinco años de constituido el Estado más joven del mundo, en Sudán del Sur se acentúan los enfrentamientos armados entre el presidente Salva Kiir y el vicejefe de Estado, Riek Machar, con esporádicos ceses del fuego.

Se trata de una crisis que hace trizas los frágiles acuerdos de paz entre las partes.

Salva Kiir procede de la etnia Dinka y Riek Machar de la Nuer, tradicionalmente enfrentadas.

Los choques entre los ejércitos seguidores de ambos estadistas tienen repercusiones en la población civil, obligada a la estampida en medio de la perplejidad de la ONU y la Unión Africana.

El conflicto en Sudán del Sur desplazó a cerca de 36 000 personas y de ellas 7 000 son atendidas en instalaciones de la ONU.

El número de muertos aumenta y el déficit de alimentos y agua se hace más visible en un país con pocas carreteras, donde deben trasladarse los suministros por la costosa vía aérea.

A cinco años del referéndum que le permitió la independencia de Sudán, el Estado más joven del mundo presenta ciudades devastadas, hospitales sin luz y medicamentos y tiene un futuro incierto a pesar de poseer importantes riquezas naturales.

Nadie duda la existencia de rivalidades étnicas, pero detrás de la violencia también se esconden los intereses de las transnacionales.

Sudán del Sur tiene importantes yacimientos de hierro, cobre, cromo, zinc, volframio, mica, oro, plata, diamantes y maderas exóticas.

Su principal riqueza es el petróleo al ocupar el tercer lugar en África en términos de reservas, algo que convierte a Sudán del Sur en un punto de rivalidad de los intereses geopolíticos.

Como en otros países africanos, en Sudán del Sur están presentes los intereses de China como parte de una cooperación positiva, saludada en el llamado continente negro.

No obstante, consorcios interesados en controlar las riquezas naturales de Áfrican ven con disgusto la presencia de Beijing en el continente.

Lamentablemente, las principales fuerzas en Sudán del Sur están tan ocupadas en ventilar sus rivalidades de origen étnico y económico que no pueden encausar al país por las vías del desarrollo y establecer un Estado ordenado.

En una nación donde se carece de casi todo, las partes en pugna derrochan recursos al emplear tanques, morteros y helicópteros en una guerra absurda.

Los civiles pagan las consecuencias de las luchas por el poder y ansían el regreso de la calma para ahuyentar la hambruna.



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