Por: Pedro Martínez Pírez
Como cada tercer domingo del mes de julio se celebró este 17 en todo el archipiélago cubano El Día de los Niños, y el Palacio de Convenciones de La Habana acogió a los 270 delegados a la Asamblea Nacional de la Organización de Pioneros “José Martí”, que agrupa a los niños cubanos y tiene una relevante presencia en las escuelas del país.
Según la Agencia Cubana de Noticias el primero y más grande de los aplausos de los delegados a la Asamblea estuvo dedicado a Fidel Castro, considerado el Pionero Mayor, quien el próximo 13 de agosto cumplirá 90 años de edad, y recibe por estos días el homenaje de las organizaciones e instituciones de Cuba.
La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas recomendó en 1954 que se instituyera en todos los países un Día Universal del Niño y sugirió a los gobiernos que celebraran ese día en la fecha que cada uno de ellos estimara conveniente.
La ONU celebra dicho día el 20 de noviembre para conmemorar la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y de la Convención sobre los Derechos del Niño aprobada tres décadas después. En Cuba se celebra como ya dijimos el tercer domingo del mes de julio, cuando los niños disfrutan sus vacaciones escolares, y lo hacen en todos los municipios y provincias del país mediante la realización de actividades recreativas, culturales y deportivas.
El último informe de UNICEF, la Organización de la ONU para la infancia, advirtió que casi 70 millones de niños podrían morir en el mundo antes de cumplir los cinco años de edad si no se toman medidas urgentes para reducir la mortalidad infantil y sacar de la pobreza a millones de personas.
En Cuba, país pobre y bloqueado por la mayor potencia imperialista de la historia, todos los niños van a la escuela y los indicadores de mortalidad infantil están entre los más bajos de América. No hay un solo niño abandonado a su suerte deambulando por las calles, y las dificultades económicas de las familias no llegan, como en otros países, a la miseria extrema.
Y se cultiva en las escuelas cubanas la obra de José Martí, quien legó a maestros y alumnos ese extraordinario pensamiento que recomienda trabajar para los niños, “porque ellos son los que saben querer, porque ellos son la esperanza del mundo”