Me pareció un gran guión de Hollywood”: dijo jueza sobre el robo a los nadadores de EE.UU.

Editado por Pedro Manuel Otero
2016-08-21 09:30:38

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La jueza brasileña Keyla Blank De Cnop fue clave en el caso de los nadadores estadounidense.

Rio, 21 agos  (bbc).- Cuando recibió la denuncia de un asalto a Ryan Lochte y otros tres nadadores de Estados Unidos, la jueza brasileña Keyla Blank De Cnop ni imaginó que ese sería uno de los mayores escándalos de las Olimpiadas de Río 2016.

Pero al leer el relato de los atletas de que fueron víctimas de un robo regresando de una fiesta en la madrugada, la magistrada supo que había algo oculto, según cuenta ella misma en una entrevista exclusiva con BBC Mundo.

La descripción del supuesto asaltante, lo que dijeron que les robaron, la actitud desafiante que Lochte dijo haber tenido y las contradicciones entre los denunciantes fueron algunos elementos que llamaron su atención.

Incluso el pantalón blanco y limpio de uno de los nadadores era algo que difícilmente encajaba en los hechos descritos.

Fue entonces que la jueza de 47 años y 14 de experiencia tomó la decisión de retener los pasaportes de los nadadores e impedirles salir de Brasil, lo que fue clave para dilucidar el caso.

Al final los atletas admitieron que inventaron el asalto, ocultando que causaron destrozos en una gasolinera en Río, y que para resarcir los daños pagaron a los guardias del lugar que les mostraron un arma.

"Creyeron que estaban en un país donde podían hacer todo", dice la magistrada. "Creyeron que podían jugar con la institución, con la policía. Y no es así".

A continuación, un resumen de la charla de BBC Mundo con la miembro del juzgado especial de hinchas y grandes eventos en Río —que atendió ese y otras historias extrañas en las Olimpiadas.

¿Como recibió este caso de los nadadores estadounidenses?

Estaba de guardia aquella noche del 16 de agosto, viendo muchos otros casos y por casualidad los policías de la comisaría del turista me trajeron el caso de ellos. Yo tenía que pasarlo al fiscal para ver qué iba a requerir el Ministerio Público. La verdad que ni sabía quiénes eran los nadadores. No sigo mucho el deporte. Comencé a leer el caso por curiosidad y la forma como el nadador Lochte describía el asaltante me llamó la atención.

¿Por qué?

Porque me pareció muy próximo a lo que los guionistas americanos creen de los bandidos sudamericanos: un hombre alto, fuerte, barba espesa, cabello cortado estilo oficiales de las Fuerzas Armadas. Yo dije: 'Bueno, esto está muy distante de nuestro asaltante callejero, que tiene otro biotipo'.

También me llamó bastante la atención la cuestión del robo de objetos, porque en Río de Janeiro, si eres asaltado, el celular es la primera cosa que el bandido quiere. Y yo imaginé: 'Nadadores estadounidenses no tienen menos que un iPhone de última generación. ¿Cómo es que el bandido se llevó apenas los dólares?' Eso no es real, nunca habría realizado un asalto para llevarse apenas los dólares y dejar el celular, el reloj, camisetas buenas…

Comparando la declaración de Lochte con la de James Feigen percibí que habían otras contradicciones: uno decía que había un bandido, otro que eran otros bandidos y solo uno de ellos portaba arma. Me llamó la atención, llamé al fiscal, examinamos juntos y él dijo: 'Concuerdo contigo, aquí hay algo extraño'.

Otra cosa que me llamó la atención fue el hecho que decía que tres de ellos se acostaron en el piso, en el asfalto, y Lochte se negó y el bandido puso el arma en su cabeza. En Río, si el bandido nos manda a acostarnos, nos acostamos, porque si no obedecemos él usa el arma de fuego: no es un juego. Entonces dije: 'No es posible, nadie se niega con un arma en la cabeza a cumplir una orden de alguien'.

La policía trajo el video de ellos llegando a la Villa Olímpica aquel día. Y cuando vi las imágenes percibí que uno de ellos estaba de pantalones blancos, que no tenían nada sucio. Pero para quien se acuesta en el asfalto con pantalones blancos, tiene marcas.

¿Por qué todos estos hechos no constaron en la decisión?

Es una decisión que tienes que tomar muy rápido, requería mucha urgencia y no se podía parar a pensar mucho porque ellos estaban a punto de salir del país. Esa cuestión del pantalón blanco que no estaba sucio hasta me la guardé, porque para ponerla debería tener una pericia. Lo que tenía de elementos lo coloqué en mi decisión, que es un juicio inicial.

La verdad que la decisión de retener el pasaporte fue cautelar. Si ellos hubieran salido del país no iba a conseguir llegar al final de la investigación y del proceso.

¿En ese momento no conocía aún la filmación de la gasolinera?

No, solo tenía la imagen que ya había sido divulgada de la entrada de ellos a la Villa. Y cuando la vi pensé: 'Nadie que es asaltado llega con esa tranquilidad'. Todo bien, el gobierno invirtió mucho en las Olimpiadas, en aquellas áreas cerca de los parques olímpicos, pero la realidad de Río de Janeiro no es desconocida y la violencia es grave y seria. No jugamos con eso. Por eso es que aquello me pareció un gran guión de filme de Hollywood.

Esa fue la única parte de impresión personal que coloqué en mi decisión.

Para un juez ordenar quitarles los pasaportes de nadadores estadounidenses durante unas Olimpiadas no es cualquier decisión. ¿Qué pasó por su cabeza en ese momento?

Esa no fue la primera retención de pasaporte que hicimos en el juzgado del hincha y de grandes eventos. Yo lidié también con otro caso que no llamó tanto la atención de los medios, del padre y entrenador de un medallista de marcha atlética.

Su hijo había ganado una medalla de bronce y él quería entrar al estadio sin que revisaran su bolso, el guardia lo forzó y él desobedeció al policía: lo insultó. Retuve su pasaporte y él pagó 7.500 reales a una institución que cuida a niños especiales llamada Colibrí. El era australiano.

Lo hicimos con rusos, con japoneses… Hubo un periodista japonés que quería entrar al estadio con una banana dentro de su bolso. El agente dijo que no podía, porque dentro de la banana puede esconder un estilete o cualquier cosa. También insultó al policía y retuvimos su pasaporte hasta que él pagara la multa.

Eran delitos que inmediatamente se resolvían.

Pero no el caso de los estadounidenses…

No. Pero no era nunca un caso de prisión de ellos. Apenas la retención del pasaporte para evitar que salieran del país. Había indicios que justificaban una profundización de las investigaciones. El Ministerio Público me pidió apenas la retención de los pasaportes. Pero considerando el nivel de los atletas, entendí oportuno comunicar a la Policía Federal, que cuida la salida de extranjeros en el aeropuerto, para que no permitiese la salida de ellos si sacaban una segunda vía del pasaporte.

El caso llegó a generar tensiones entre brasileños y estadounidenses, un gran escándalo internacional. ¿Tenía idea que esto iba a tomar esas dimensiones?

No, pero lo que me hizo actuar es que nuestra posición venía siendo esa para todo el mundo. La ley es igual para todos. La primera retención de pasaporte fue difícil, la de ellos no, porque ya había hecho muchas. No podía actuar de modo diferente porque se trataba de medallistas estadounidenses.

Pero confieso que no imaginé la dimensión que esto tomó. Tanto que salí de la guardia, entré en un auto y vine a un lugar que no tiene teléfono ni televisión. No veo los informativos. Sólo hay internet y funciona mal.

¿Recibió alguna presión?

No. Nadie en el juzgado sufre ese tipo de presión, sea administrativa o por parte del ejecutivo. Todo ocurrió muy rápido.

Hasta Lochte terminó pidiendo disculpas. ¿Qué piensa de cómo se resolvió el caso?

Estoy feliz, porque todo se resolvió bien. Pero del modo en que estaba la investigación, tenía 90% de seguridad de que había algo errado ahí. No era del modo en que ellos lo presentaron.

Sabía que la verdad era otra. No sabía cuál, por qué se inventó aquello. Ahora, mi decisión tomó el vuelo que tomó porque los colegas que me sucedieron en la guardia fueron tan rigurosos como yo.

Tengo la impresión de que reposicionamos la justicia brasileña en el mundo. Es algo que ya venía ocurriendo, aunque no da ni para comparar con la investigación de Lava Jato (sobre corrupción en Petrobras). Pero la justicia brasileña es firme, sólida, seria.

Porque retener pasaporte de medallistas es algo muy difícil. Ellos son héroes, pero yo pensé: un atleta que viene a un país a disfrutar de una Olimpíada es ejemplo para todo el mundo y no puede bromear de esa forma. No está en su casa. Tiene que estar sujeto a las reglas.

Y creo que ellos creyeron que estaban en un país donde podían hacer todo, y no es así. Creyeron que podían jugar con la institución, con la policía. Y no es así.

Ahora las personas van a pesar seriamente antes de venir acá y hacer algo equivocado.

Muchos saludan la forma en que eso se resolvió. Pero otros dicen que ojalá la policía fuera tan eficiente para resolver otros crímenes cotidianos en Río con brasileños, que en su mayoría no se llegan dilucidar.

Tengo la misma crítica. Nosotros, en estas transacciones penales, hasta designamos dinero a la compra de papel y material para la comisaría de homicidios. Yo estoy por un Brasil mejor, hago mi parte por un Brasil mejor. Yo quiero quedar como los estadounidenses, que son absolutamente duros, que investigan todo, que la sociedad ayuda… Pero nuestra realidad no es esa. Esa crítica la aceptamos.



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