por Roberto Morejón
El candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, tiene la justificada aureola de despertar diversos estados de ánimos, incluyendo la cólera, característica nada edificante que impuso en su visita reciente a México.
Su permanencia en la nación latinoamericana, repudiada por 88% de los encuestados, generó tantos cuestionamientos como cuando se desplaza por diversos Estados de su país y lo reciben con pancartas con lemas de desprecio.
Trump se entrevistó en México con el presidente Enrique Peña Nieto en circunstancias explosivas, alejadas de la rutina diplomática.
El magnate inmobiliario, conocido por sus exabruptos e incongruencias, viajó a una nación donde 61% de sus ciudadanos repudian su insensata propuesta de levantar un muro en la frontera para frenar el paso de inmigrantes.
La demanda del candidato a inquilino de la Casa Blanca de obligar al gobierno de México a pagar por la eventual construcción del muro levantó un comprensible enojo en América Latina.
Muchos se preguntan si la “iniciativa” del acaudalado político es una de las señales de un pensamiento racista, utilizado como resorte para obtener el triunfo el 8 de noviembre.
Con esos antecedentes voló Trump a México y después de provocar agitación en sectores políticos, sociales y mediáticos, acaba de desatar una crisis en el oficialismo.
De acuerdo con el periódico local “Reforma”, el ahora renunciante secretario de Hacienda Luis Videgaray fue el de la idea de que Trump viajara a México, con la esperanza de calmar los mercados de cara a un hipotético triunfo del potentado en las urnas.
Al conocer sobre la dimisión del ministro, Trump sorprendió al adjudicarse la decisión como un triunfo personal.
Al jactarse de lo acontecido, el controvertido candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos sembró más polémicas y descontentos en México y ahondó los contratiempos de Peña Nieto, quien sufre las consecuencias de innumerables conflictos.
Desde la catástrofe humanitaria de Ayotzinapa hasta las denuncias sobre los desaparecidos en general, pasando por las marchas de los docentes y los tropiezos de la economía, al Jefe de Estado les son adversas las encuestas de popularidad.
Los analistas destacaron que el renunciante Videgaray es hombre de confianza de Peña Nieto y se vislumbraba como uno de los favoritos para ser candidato a la presidencia por el gobernante PRI, Partido Revolucionario Institucional, y ahora su futuro es incierto.
El país latinoamericano se sume en una nueva borrasca política cuyo centro es Trump, quien, destacan los que así piensan, ni pidió perdón por insultar a los mexicanos.