Por: María Josefina Arce

Desde que asumiera en diciembre pasado la presidencia de Argentina, Mauricio Macri le ha dado un giro de 180 grados a la política exterior del país al alinearse con los grandes poderes y dejar de lado las aspiraciones integracionistas que delinearon el accionar de sus antecesores, Cristina Fernández y Néstor Kirchner.

Macri promueve un acercamiento con la Alianza del Pacífico y ya ha dado los primeros pasos para su posible inclusión, al participar como país observador en la cumbre de junio pasado efectuada en Santiago de Chile por ese bloque cercano a Estados Unidos y la Unión Europea.

Recordemos que las naciones miembros de la Alianza, Chile, Colombia, Perú y México, han firmado un conjunto de Tratados de Libre Comercio con Washington y el viejo continente, lo que en opinión de muchos afecta a las industrias locales ante la avalancha de productos foráneos, en detrimento de los nacionales.

Días después el presidente argentino marchaba a Europa para una visita oficial a Francia, Alemania y Bruselas, sede esta ciudad de la Unión Europea, dejando claras sus intenciones de estrechar los vínculos con ese continente.

Para muchos analistas Macri envió un mensaje a los principales centros de poder en Occidente. Sin romper con el MERCOSUR, la Argentina está decidida a desmarcarse y buscar otros aliados.

La realidad es que Macri no parece muy dispuesto a asumir las alianzas regionales a favor de los pueblos logradas en la última década, como UNASUR, Unión de Naciones Suramericanas, y CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Por demás desde el MERCOSUR la ha emprendido contra Venezuela y su sistema político y social elegido por el pueblo desde 1999.

El ex canciller Jorge Taiana consideró que el gobierno de Mauricio Macri “se equivoca” al promover una política exterior que “menosprecie al MERCOSUR y tienda solo a congraciarse con los grandes centros de poder, ya sean estos económicos, financieros o políticos”.

Tampoco podemos olvidar que Macri pactó con los llamados fondos buitres, poniendo en riesgo la soberanía argentina y echando por tierra la firme posición sobre el tema de su antecesora Cristina Fernández, que siempre se negó a entregar los recursos naturales de su país.

Asimismo como un retroceso ha sido calificada la declaración conjunta sobre las islas Malvinas firmada el pasado 13 de septiembre con el Reino Unido y que supone la entrega de la soberanía de las islas a Londres.

El documento por demás, levanta todas las medidas y políticas impulsadas por Argentina para proteger sus recursos naturales.

Al gobierno de Macri tampoco parece preocuparle la base militar instalada en las Malvinas con 2.000 efectivos británicos armados con misiles, buques de guerra, aviones de combate, equipos sofisticados y hasta un submarino nuclear.

El presidente argentino ha dejado claro cuáles son sus verdaderos intereses que apuntan hacia los círculos de poder económico y financiero, en detrimento de lo conseguido en materia social en los últimos años y del papel desempeñado por Argentina en aras de la integración latinoamericana.