Por María Josefina Arce
Hace once años en la ciudad argentina de Mar del Plata los pueblos latinoamericanos enterraron el ALCA, Acuerdo de Libre Comercio para las Américas, un convenio con un marcado carácter colonialista que Estados Unidos pretendía imponer a la región. Avanzaba así la integración y la lucha de América Latina por su segunda independencia.
Sin embargo, lo logrado en todos estos años en beneficio de los más humildes, tras la llegada al poder de gobiernos progresistas, está hoy seriamente amenazado ante las acciones desestabilizadoras de la oligarquía latinoamericana, que no ha cejado en su empeño de retornar a un pasado neoliberal.
No podemos olvidar los golpes de estado gestados en Honduras en 2009 y en Paraguay en 2012 contra los presidentes democráticamente elegidos en las urnas, Manuel Zelaya y Fernando Lugo, respectivamente.
Más recientemente tenemos el golpe parlamentario contra la ex primera mandataria brasileña Dilma Rouseff, electa en las urnas por más de 50 millones de brasileños.
La oposición latinoamericana, con el apoyo de la derecha internacional y de Estados Unidos, promueve asimismo, acciones desestabilizadoras, que incluyen la violencia, contra el legítimo gobierno del presidente Nicolás Maduro, en Venezuela.
Pero los demás países del área como Bolivia, Ecuador y Nicaragua tampoco escapan a los propósitos de subvertir el orden constitucional en la región y apoderarse del poder de los grupos más reaccionarios.
Recordemos que en aquella histórica jornada hace once años en Mar del Plata el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez afirmó : ¡Unidad, unidad, unidad y más unidad!, para tener Patria, para lograr nuestros sueños, para hacer posible la utopía, para lograr la salvación de nuestros pueblos.”
De ahí que los pueblos latinoamericanos hayan sido protagonistas este viernes de una jornada contra el neoliberalismo, acordada en el encuentro de movimientos sociales del continente realizado en La Habana en noviembre del año pasado, para conmemorar los diez años de la derrota en Mar del Plata, de la injerencista propuesta de Área de Libre Comercio de las Américas.
Precisamente en Cuba una multitud, representativa de los más amplios sectores de la sociedad cubana, patentó su disposición de continuar luchando por la integración latinoamericana, autodeterminación y soberanía, y contra el libre comercio y las transnacionales, que saquean a los pueblos.
La emotiva movilización en La Habana tuvo como eje central la defensa de la soberanía de Cuba, frente a la injerencia del imperialismo norteamericano y sus planes y acciones, orientados a desestabilizar, subvertir el orden interno, promover cambios económicos, políticos y sociales y acabar con la Revolución.
En el encuentro hallaron espacio históricas y justas demandas del pueblo cubano, como el levantamiento total y definitivo del genocida bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos desde hace más de cinco décadas y que hace algunos días fue condenado nuevamente en la ONU por 191 de los 193 países miembros.
Se exigió también la devolución de la parte del territorio que ese país continúa usurpando en el oriente cubano, donde tiene una ilegítima base naval devenida campo de prisioneros, en otra clara muestra de desprecio a la integridad, independencia y soberanía de Cuba.
Cuba junto a sus hermanos latinoamericanos defendió este viernes con energía el derecho de los pueblos a su autodeterminación y su firme propósito de defender las conquistas sociales de los últimos años, solo posibles al triunfo de gobiernos progresistas en varias naciones del continente.