Por Iroel Sánchez
En su discurso en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, el Presidente Barack Obama afirmó que “en Estados Unidos tenemos un monumento claro de lo que pueden construir los cubanos: se llama Miami” y, teniendo delante a la bailarina con reconocimiento universal que da nombre al escenario donde hablaba, prefirió omitirla para citar como ejemplos vivos de la cultura cubana a Gloria Estefan y al reguetonero Pitbull.
“El pueblo estadounidense y el pueblo cubano comparten los mismos valores en sus propias vidas”, dijo también Obama.
Pero he aquí que el fallecimiento de Fidel ha servido para que ¿valores? como el odio y la intolerancia se exhiban a gusto en Miami, no protagonizados por la mayoría silenciosa que trabaja con la esperanza de una relación normal con sus familias en Cuba, sino por personajes como Pitbull y Estefan, que forman parte de la élite mediática y política que a través de la televisión y las redes sociales en Internet no solo han expresado su alegría por la muerte de una persona que no pudieron derrotar en vida sino que satanizan a quienes confesaron sinceramente su dolor por la partida de Fidel.
¿Los “mismos valores”? ¿Cuándo en Cuba se ha celebrado la muerte de alguien? La misma televisión de circo, y su expresión en las redes sociales de Internet, donde aparecen la Doctora Polo, y Jaime Bayly, también festejadores de la muerte que ha estremecido al planeta, la ha emprendido contra músicos como el dúo Buena Fe, Alexander Abreu, Raúl Torres, Haila María Mompié…
¿Su pecado? Expresar un sentimiento compartido por millones de personas en todo el mundo. El clima de terror, alimentado por el apoyo que estos sectores extremistas perciben con las declaraciones del presidente electo Donald Trump, ha llevado a cancelaciones de conciertos y giras de algunos de esos artistas por el Sur de la Florida.
Como sucede con la ciberpolicía, que opera contra los revolucionarios cubanos en la red social Facebook, el objetivo es muy claro: hacer pagar un precio tan alto que inhiba a estas personas, o a otras como ellas, de expresar abiertamente cualquier opinión que moleste a quienes no cesan de hablar sobre la falta de libertades en Cuba.
Pero lo tienen muy difícil. Si hubieran sido efectivos 57 años de agresiones y amenazas (a “arrastrar a toos los comunistas” se llamó hace poco en un video pagado con parte de los 20 millones de dólares que el gobierno de Estados Unidos dedica a la subversión contra Cuba) y la incertidumbre sobre el futuro de la que hablan algunos medios de comunicación fuera real, más de siete millones de cubanos no habrían puesto en apenas día y medio su nombre y apellidos y su número de identidad respaldando el concepto de Revolución elaborado por Fidel para que cuando llegue la añorada caída del gobierno revolucionario vinieran los intolerantes a pedirnos cuentas.
Ya lo dice el refrán: “piensa el ladrón a todos de su condición” y se seguirán llevando sorpresas como les pasó con el padre de Elián o los Cinco: Hay cubanos, y muchos, que ni se rinden ni se venden.
(Tomado de Cubahora)