por María Josefina Arce
Cada año Estados Unidos emite unilateralmente un informe en el que evalúa la actuación del resto de las naciones en el enfrentamiento al narcotráfico. Curiosamente Bolivia reprueba ese criticado examen desde 2008 cuando el presidente Evo Morales expulsó del territorio boliviano a la Agencia norteamericana Antidrogas.
Procedimientos ilegales contra los campesinos en su base especial de la zona del Chapare, en el departamento de Cochabamba, llevó a que el presidente Morales expulsara a esa agencia, cuya presencia en América Latina solo busca intervenir en los países de la región.
Por demás, los oficiales de esa agencia sólo incineraban el 50% de la droga que incautaban en Bolivia, en tanto que el otro 50% era para hacer negocios, ha denunciado el presidente Morales.
Desde esa fecha está en la mira de Washington la nación andina, la cual sin embargo, ha sido elogiada por organismos internacionales por su efectivo enfrentamiento al tráfico de esas sustancias.
La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes valoró los esfuerzos del gobierno en la lucha antidrogas, la erradicación de los cultivos ilegales de coca y el cumplimiento de los tratados internacionales.
Esta valoración fue hecha durante una visita en octubre pasado al país de representantes de la entidad, quienes reconocieron que la masticación de la hoja de coca en su estado natural, al igual que su consumo y uso con fines culturales y medicinales, son permitidos en el territorio boliviano como parte de sus tradiciones ancestrales.
Por su parte, la representación en Bolivia de la Oficina de las Naciones Unidas Contra las Drogas y el Delito destacó los esfuerzos y logros del gobierno del presidente Morales en esa esfera.
La prevención, la educación y la no violencia son los fundamentos del modelo antinarcóticos puesto en marcha por las autoridades y que ha posibilitado que no se haya reportado ningún muerto en la eliminación de la hoja excedente, como sí ocurrió en gobiernos anteriores.
Para limitar gradualmente el cultivo de coca se estableció un mercado regulado para su consumo como estimulante no narcótico, al tiempo que el gobierno negocia con los campesinos para encontrar alternativas que incluyen la siembra de otros cultivos.
Este enfoque, soberano, sin la presencia injerencista de Estados Unidos, ha mostrado resultados palpables. De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra las drogas y el delito, el cultivo de coca en Bolivia ha disminuido durante los últimos cinco años.
Un informe de Monitoreo de Cultivos de Coca en Bolivia, presentado en julio de este año por esa entidad, señala que en 2015 los cultivos de coca disminuyeron un 1% en comparación al año anterior.
Por demás, en el primer semestre de este año la Policía antidrogas decomisó nueve toneladas de cocaína pura ; cantidad superior a las 8 toneladas confiscadas en 2015 y a las cuatro toneladas correspondientes a 2014.
El debate, la evaluación constante y el compromiso de instituciones estatales, entre ellas la policía, y sobre todo el pueblo boliviano ha permitido que el país andino con un programa soberano avance en su lucha contra el narcotráfico y haya eliminado del país el clima de miedo y violencia que antes existía asociado a esa actividad ilícita.