por María Josefina Arce
En el siglo 19 en sus escritos y oratorias el Héroe Nacional de Cuba, José Martí, reflejó su preocupación por la necesidad que tenía el hombre de estudiar y dejar atrás la ignorancia. Conocida es su frase: “ Saber leer es saber andar. Saber escribir es saber ascender.”
Serían casi cien años después que encontrarían eco las palabras del apóstol, un hombre que amó tanto la libertad, como al conocimiento y la cultura. La triunfante revolución cubana de enero de 1959, bajo el liderazgo de Fidel Castro, saldaría la deuda con los numerosos analfabetos con que contaba el pequeño país.
El Censo de Población efectuado en el año 1953 arrojó que un millón de personas no sabían leer ni escribir.
De acuerdo con las estadísticas, en el sector urbano el analfabetismo afectaba al 11% de la población y en las zonas rurales llegaba hasta el 41,7%.
Por demás habían grandes masas de subescolarizados, ya que casi otro millón de trabajadores apenas poseían los niveles mínimos de formación.
Una proeza fue la Campaña de Alfabetización de 1961 que movilizó a todo el pueblo y que tuvo sus antecedentes en plena etapa de lucha contra la sangrienta dictadura de Fulgencio Batista.
De diciembre de 1956 hasta enero de 1959, en la Sierra Maestra, en la Sierra Cristal y en el Escambray, se alfabetizó a hombres, mujeres y niños de las zonas liberadas por el Ejército Rebelde, con lo que se daban los primeros pasos para eliminar del territorio nacional el atraso y la ignorancia.
La campaña, anunciada por Fidel Castro en la ONU en su discurso de septiembre de 1960, mostró al mundo la verdadera naturaleza de la naciente revolución, agredida por todos los flancos por el cercano imperialismo norteamericano.
“El que sabe enseña al que no sabe” fue el lema que aunó a hombres y mujeres para llevar sus conocimientos a cada rincón de la geografía cubana. El resultado de aquel grandioso esfuerzo fue la alfabetización de más de 707 000 personas, lo que significaba un saldo de 3,9% de analfabetismo en la población total de la época.
La campaña no fue fácil. Muchos jóvenes, casi niños, abandonaron las comodidades de sus casas para marchar a remotos lugares y enseñar a leer y escribir a los habitantes de las zonas rurales, los siempre olvidados y abandonados por los gobiernos entreguistas y corruptos que había tenido Cuba.
También se registraron tristes incidentes como la muerte de los brigadistas Manuel Ascunce Domenech y Conrado Benítez y del campesino Pedro Lantigua, asesinados por las bandidos, que apoyados por Estados Unidos intentaban derrocar a la triunfante revolución.
Muchos escollos hubo que superar, pero la pujante fuerza de un pueblo en revolución llevaría a que el 22 de diciembre de 1961 el Gobierno declarara cumplida con éxito la Campaña Nacional de Alfabetización.
Ante una Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana, abarrotada de cubanos de todas las edades, Cuba sería declarada Territorio Libre de Analfabetismo.“Ningún momento más solemne y emocionante, ningún instante de júbilo mayor, ningún minuto de legítimo orgullo y de gloria, como este en que cuatro siglos y medio de ignorancia han sido derrumbados..” afirmaría en aquel momento Fidel Castro.
Pero la campaña de alfabetización no quedó en Cuba, porque el pequeño país bloqueado desde hace más de medio siglo, ha llevado su experiencia a otros pueblos, en una modesta contribución a la lucha por erradicar el analfabetismo en el mundo.
Más de diez millones de personas han aprendido a leer y escribir gracias a la implementación del método “Yo sí puedo”, promovido por el líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro, un defensor incansable de los desheredados y de la educación como factor clave en el crecimiento cultural, social y humano de los pueblos.