por Angel Guerra Cabrera
Resuenan todavía en mis oídos las tramposas menciones de Obama a los “padres fundadores” en su discurso de despedida, también magnates de su tiempo.
Pero no son Obama y aquellos revolucionarios sin duda, en su marco histórico de burgueses primitivos, y por ello devotos esclavistas, el tema de este artículo. Me vienen a la mente porque voy a hablar del equipo, abrumadoramente de hombres blancos, nominado por Donald Trump para gobernar Estados Unidos.
El gobierno de ese país siempre ha representado con el mayor celo los intereses capitalistas. Pero, como nunca antes en la historia moderna, estará integrado ahora por capitalistas corporativos, casi todos multimillonarios; destacados, además, por figurar entre las personas más abiertamente reaccionarias de su clase social. Forman parte del equipo tres generales, dos de ellos tempranamente vinculados al mundo de los grandes negocios. En resumen, todos, al igual que su jefe, defensores a ultranza de la ganancia empresarial no importa el costo humano y, en general, connotados racistas, misóginos, homófobos, islamófobos y chovinistas.
Ello explicaría la jugada de Mitch McConnel, líder de los republicanos en el Senado, que de común acuerdo con Trump y aprovechando su mayoría en ese cuerpo, ha dado el paso sin precedente de obviar la evaluación previa a los nominados establecida por la Oficina de Ética del Gobierno. El ente puede proponer hasta la liquidación de sus negocios a un candidato para evitar el conflicto de intereses. El acuerdo Trump-McConnel consistiría en que el presidente dará luz verde a la agenda más derechista de los republicanos a cambio de que le aprueben de forma expedita los nombramientos.
El primer caso en saltarse la revisión es el del cuestionado senador Jeff Sessions, connotado racista y sexista, que ya fue rechazado para un cargo de juez federal en 1986 por su record de racismo cuando era fiscal de Alabama. Entonces, Coretta, la viuda de Martin Luther King escribió una carta pública en la que afirmaba que si Sessions era nombrado corrían peligro de perderse las conquistas de su esposo contra la discriminación racial.
Pasemos revista a algunos de los principales nominados. En una serie de artículos que analizaban las razones de la victoria de Trump, brindé antecedentes de quienes se conocían entonces y no abundaré en ellos.
El vicepresidente electo Mike Pence tiene estrechos lazos de negocios con los ultrarreaccionarios y multimillonarios hermanos Koch y ha ganado jugosas sumas en los sectores financiero, farmacéutico, químico y de construcción.
El secretario de Estado propuesto, Rex Tillerson ha hecho toda su carrera en Exxon, no solo la mayor petrolera privada sino destacada por fomentar la negación del cambio climático y por perseguir a los ambientalistas. Se puede imaginar las funestas consecuencias de este nombramiento sobre el cumplimiento por Washington del acuerdo de París y para que continúe siendo el mayor responsable del calentamiento global en relación con su población. Tillerson es amigo de Vladimir Putin y su nominación sería rechazada en cualquier otro momento por el rusófobo Senado, visto que Trump ha aceptado el informe que acusa a Rusia de hackear los servidores del Partido Demócrata.
El nominado secretario del Tesoro, Steven Mnuchin ha sido por mucho tiempo ejecutivo de Goldman Sachs, una de las grandes responsables del descalabro financiero de 2008 y del que está por reventar en algún momento.
El general James Mathis, propuesto secretario de defensa, ha sido miembro de los directorios de General Dynamics, firma con encargos del Pentágono, y de Teranos, que engañó a sus consumidores y accionistas.
Betsy de Vos, nominada para secretaria de educación, es una enemiga acérrima de la educación pública, partidaria de su privatización y con inversiones en la educación privada.
El ex jefe de Goldman Sachs, Gary Cohn, que estafó a sus accionistas antes de la crisis de 2008, es el elegido para presidir el Consejo Nacional de Economía.
Scott Pruitt, nominado para encabezar la Agencia de Protección Ambiental, cuestiona la existencia del cambio climático y como fiscal de Oklahoma defendió los intereses de Devon, un gigante energético en el estado.
Andy Puzder, candidato a Secretario del Trabajo, se destacó como ejecutivo de compañías de comida rápida por oponerse a los sindicatos y a pagar horas extra.
Se me acaba el espacio pero creo que es suficiente para hacerse una idea de lo que viene.
(CubaSí)