por Guillermo Alvarado
En un momento muy complejo para México, ante la incertidumbre que genera el nuevo gobierno de Estados Unidos encabezado por Donald Trump, la aprobación popular hacia el presidente Enrique Peña Nieto está apenas en 12%, la más baja registrada en ese país latinoamericano hacia un jefe de Estado desde que se comenzó a utilizar este indicador.
El descontento con el mandatario tiene que ver con múltiples aspectos de la vida cotidiana, entre ellos el clima de violencia e inseguridad a que se ve sometida la población, el accionar de las bandas del crimen organizado y la ausencia de una respuesta enérgica de las autoridades ante casos emblemáticos, como la desaparición de 43 estudiantes del municipio de Ayotzinapa, que cumplió dos años y casi cuatro meses sin ninguna solución.
Sin embargo, lo que vino a disparar el malestar y generó desde los primeros días de 2017 una oleada de manifestaciones en varios puntos de la geografía mexicana fue el aumento del 20% de la gasolina, una polémica medida que se incrementará de manera gradual hasta liberar por completo el precio del combustible, cuya venta quedará en buena parte en manos de la empresa privada y de corporaciones transnacionales.
Según el gobierno la medida es necesaria para equilibrar este renglón con los precios a nivel internacional y el costo actual del barril de petróleo, pero la sociedad asegura que es un incremento innecesario en un país productor y exportador de crudo.
México nacionalizó su industria petrolera desde 1938, un paso que consolidó la soberanía nacional y es motivo de orgullo en ese país, pero los últimos gobiernos han revertido parcialmente esta conquista, lo que ha traído como consecuencia el encarecimiento de la gasolina y el diésel y la necesidad de importar estos energéticos.
El descontento hacia Peña Nieto se extiende también hacia otros asuntos, como el tema del empleo y la crisis económica que se vive en la actualidad.
La debilidad del ejecutivo mexicano es preocupante, pues ocurre justo al inicio de un gobierno estadounidense que se ha expresado de manera hostil hacia su vecino y que aún antes de iniciar su trabajo ya impidió una multimillonaria inversión de la empresa automovilística Ford, que renunció a construir en un poblado de México una ensambladora de vehículos que habría de generar numerosos puestos de trabajo.
Trump también reiteró su voluntad de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, lo que dificultaría el ingreso a Estados Unidos de productos manufacturados en México.
Tal es la incertidumbre, que el Fondo Monetario Internacional decidió rebajar de 2,3 a 1,7% la expectativa de crecimiento del Producto Interno Bruto mexicano para 2017, debido al “contagio de las políticas de Estados Unidos”.
Vienen, pues, tiempos difíciles para ese hermano pueblo latinoamericano, del cual repetimos una vez más aquella lapidaria frase atribuida a Porfirio Díaz antes de convertirse en dictador, quien habría dicho: “pobre de México, tan lejos de dios y tan cerca de los Estados Unidos”.