Por: Guillermo Alvarado
La Comisión Económica de la ONU para América Latina y El Caribe, Cepal, presentó en estos días un estudio donde se revela que en 2013 salieron de nuestra región 101 mil 600 millones de dólares por concepto de flujos financieros ilícitos, es decir movimientos de capitales no declarados o fruto de acciones fraudulentas.
Se trata de una sangría económica importante que genera grandes pérdidas para los gobiernos, que dejan de recibir millonarias sumas por concepto de impuestos.
El documento de la Cepal define como flujo financiero ilícito al movimiento de un país a otro de dinero que ha sido ganado, transferido o utilizado de manera ilegal, ya sea a partir de actividades comerciales trucadas, corrupción o delitos.
En el caso del comercio internacional el fraude suele estar en la subfacturación de las exportaciones y la sobrefacturación de importaciones.
Otra vía más difícil de calcular por problemas implícitos en su propia naturaleza es la corrupción y las acciones delictivas, como el tráfico de drogas, de armas o de personas, o el contrabando de mercancías, por donde se mueven sumas considerables de dinero que rara vez permanece en el país donde se generan.
Si estos capitales que se mueven de manera irregular hubiesen sido sometidos a las reglas fiscales correspondientes, Latinoamérica y El Caribe habrían obtenido como promedio 31 mil millones de dólares anuales en concepto de impuestos, lo cual equivale al 0.5 por ciento del Producto Interno Bruto global.
México es el país más castigado por este fenómeno, con un monto de 48 mil 314 millones de dólares enviados de manera ilícita al exterior, seguido por Brasil, con 17 mil 830 millones y, sorprendentemente, Costa Rica, una nación pequeña y con una economía modesta, pero de donde salieron siete mil 773 millones.
En el caso de Costa Rica y México las grandes extracciones financieras se explican por su inserción en cadenas de producción mundial, como la industria de semiconductores en la primera, y de maquinaria y automóviles en el segundo. Es decir que en ambas naciones la presencia de grandes corporaciones transnacionales es un factor que estimula estas fugas de capitales.
Una arista muy interesante del estudio de la Cepal es que los países receptores de estos flujos financieros ilícitos son justamente los más industrializados, y a la cabeza figura, como no podría ser de otra manera, Estados Unidos, que entre 2004 y 2013 captó la bicoca de 292 mil millones de dólares originados y extraídos irregularmente desde Latinoamérica y El Caribe.
Es decir que no sólo se trata de explotar nuestra mano de obra pagando precios irrisorios por el trabajo, de comprarnos baratas las materias primas y vendernos caros los productos terminados, de manipular nuestra economía e imponernos modelos neoliberales generadores de pobreza, sino que encima se benefician con las mismas lacras y las trampas que el capitalismo genera en su afán desmedido de lucro y competencia. Cosas veredes, amigo Sancho.