Por: Guillermo Alvarado

En la capital mexicana y en numerosas ciudades de ese país resuenan todavía los reclamos de decenas de miles de personas que marcharon por las calles para exigir al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su gobierno que respete a la nación latinoamericana y a los millones que empujados por la necesidad viven y trabajan al otro lado del río Bravo.

La ciudad de México fue escenario de una manifestación de unas 20 mil personas que portaban carteles, escritos en español y en inglés, donde reclamaron levantar puentes y no muros, y recordaron que trabajadores mexicanos contribuyeron con su esfuerzo a construir a la nación norteña, junto con inmigrantes llegados desde todos los puntos cardinales del planeta.

También se marchó en Guadalajara, Monterrey, Morelia, Reinosa, Mérida y Tijuana y el común denominador en todos estos sitios fue reclamar respeto hacia el país y sus ciudadanos, bajo agresión constante por parte de la administración Trump.

Si bien el secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray, intentó rebajar el tono al diferendo al asegurar que desde el 20 de enero, fecha en que el gobierno estadounidense tomó el poder, no hubo un incremento notable de deportaciones, hay informaciones de redadas perpetradas por la policía y agentes de migración contra familias mexicanas en ciudades y estados, como Nueva York y Carolina del Norte y del Sur.

El procedimiento de deportación de los detenidos fue mucho más expedito que en ocasiones anteriores, sin importar que en varios casos las familias fueron separadas.

Iniciativas anunciadas por Trump o sus funcionarios incrementaron la indignación de los mexicanos, entre ellas la posibilidad de imponer el dos por ciento de tributo a las remesas familiares, que es una de las principales fuentes de ingresos para millones de hogares pobres.

Asimismo, está pendiente la anunciada renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que incluye a México, Estados Unidos y Canadá.

La primera versión de este pacto, que entró en vigor el 1 de enero de 1994 fue ruinosa para pequeños y medianos empresarios mexicanos y devastó al sector agrícola y si ahora Washington decide imponer nuevas exigencias a cambio de mantenerlo, el resultado será la debacle total de la economía.

Por esta razón en las recientes manifestaciones muchas personas exigieron al presidente Enrique Peña Nieto una postura más firme ante las groserías y amenazas del poderoso vecino del norte, que ya ocasiona perjuicios a la población, como ocurrió cuando una empresa automovilística decidió retirar el proyecto de una montadora de vehículos que daría cientos de empleos a los trabajadores.

Un editorial del diario La Jornada recomienda que el gobierno de Peña Nieto, en lugar de insistir en reuniones hasta ahora estériles, adopte una actitud distante y serena, lo cual enviaría un mensaje de dignidad en tanto se asientan las agitadas aguas políticas en Estados Unidos. Un consejo sabio y útil, que merece ser escuchado y tomado en cuenta.