por María Josefina Arce
Los bolivianos están en las calles para rechazar la sucia campaña desatada por la derecha que influyó en los resultados del referendo del pasado año para modificar el artículo 168 de la constitución y permitir la repostulación del presidente Evo Morales para los comicios de 2019.
Este lunes y el martes las principales ciudades serán escenarios de marchas a favor de Morales, quien tras su llegada a la presidencia en 2006 inició una serie de profundas transformaciones en el país andino a favor de los sectores más vulnerables.
En la actualidad, aseguran las autoridades, ya la mayoría de la ciudadanía conoce que un mes antes de la consulta popular, efectuada el 21 de febrero del pasado año, la derecha en contubernio con medios de prensa fabricó una campaña de mentiras que iban desde tráfico de influencia hasta la existencia de un hijo del presidente.
El procurador general de Bolivia, Héctor Arce, señaló que la justicia determinó que no existe un supuesto hijo del jefe de estado.
Hoy hasta la supuesta madre del hijo admite que fue manipulada por la oposición para dañar la imagen del presidente, quien, de acuerdo con un sondeo de la revista española Asociación de Comunicación Política, realizado a nivel internacional, se ubica entre los cinco primeros mandatarios mejor valorados del mundo.
Morales por demás, sigue contando con el apoyo de la mayoría de los bolivianos. La última encuesta del canal televisivo nacional ATB, realizada este mes, refleja un repunte en la aceptación de la población a la gestión del jefe de Estado, de más de 11 puntos con relación a diciembre pasado.
Para muchos está claro que tras esa estrategia de descrédito existió y existe un motivo político, que Morales, ganador de las tres últimas elecciones en Bolivia, no pueda volver a postularse y de ese modo se detengan las transformaciones socioeconómicas.
La derecha está desesperada pues desde el 2006 ve esfumarse la posibilidad de retomar el poder y volver a implantar un modelo neoliberal que durante décadas sumió al país en la pobreza y la inestabilidad política y social, pero que llenó sus bolsillos.
Para sus planes ha recurrido a esta nueva forma de agresión mediática: el uso de información falsa a través de los medios de comunicación y las redes sociales , lo que se llama guerra de cuarta generación, para incidir en la conciencia colectiva de los ciudadanos.
Una modalidad que es bien conocido se ha puesto en marcha contra otras naciones latinoamericanos con gobiernos progresistas. Venezuela, Brasil y Argentina no han escapado a estas sucias campañas, alentadas por la derecha internacional.
En el caso de Bolivia, el porcentaje de indecisos, que en toda votación se estima alrededor de un 20 por ciento, consumió información falseada y eso generó, que por escaso margen, triunfara el No en el referéndum del 21 de febrero del pasado año
Sin embargo, el gobierno acogió con serenidad y total respeto el resultado y continuó trabajando por el bienestar de todos los ciudadanos.
Por eso, los bolivianos están hoy en las calles, pues no pueden pasar por alto que bajo su mandato el país recuperó de las manos de las transnacionales foráneas sus recursos naturales y hoy destina estas ganancias a programas sociales que han permitido sacar de la miseria a más de dos millones de bolivianos.
Así como tampoco pueden olvidar que en esta última década la nación andina ha registrado un despegue económico. Hoy Bolivia ya no es vista como un país pobre y de acuerdo con organismos internacionales, lidera el crecimiento económico en Sudámerica.