por Roberto Morejón
Grupos crecientes de estadounidenses entran en contacto con Cuba e incluso viajan, a pesar de que funcionarios en Washington dijeron que se revisa la política hacia la nación caribeña.
Una comitiva de legisladores se desplazó a La Habana y se reunió con autoridades cubanas, incluyendo el presidente Raúl Castro.
La visita coincidió con la firma de un acuerdo entre la Administración Portuaria nacional y los directores de dos radas del estado de Mississippi.
Los memorandos suscritos se sumaron a los existentes entre Cuba y los puertos de Alabama, Louisiana y Virginia.
Con anterioridad se conoció sobre la persistencia de la demanda de viajes de estadounidenses, a pesar del bloqueo que prohíbe a esas personas practicar turismo en Cuba y los limita a 12 categorías para concretar sus planes.
Una encuesta del grupo norteamericano de agencias organizadoras de travesías Travel Leaders señaló que 22% de sus entidades reportaron la reservación de viajes a Cuba para este año frente a 4 por ciento indicado en la misma fecha de 2016.
Las previsiones se enlazan con cifras dadas a conocer en La Habana, indicativas de que el número de viajeros estadounidenses que ingresó a este país en enero de 2017 sobrepasó los 43 000, para un aumento de 125% respecto a igual mes de 2016.
En ese último año cruzaron de la nación norteña hasta su vecino caribeño más de 284 000 estadounidenses, para un alza de 74% en relación con la etapa precedente.
Otros acontecimientos pusieron de relieve la multiplicidad de contactos en las últimas semanas.
Un cargamento de carbón vegetal de marabú llegó desde Cuba, en lo que constituyó el primer envío comercial en más de cinco décadas, y representantes del Consejo de Chicago para las relaciones globales dialogaron en La Habana.
El gobernador del estado de Colorado, John Hickenlooper, permaneció en esta capital a principios de febrero, en su propósito de explorar y establecer lazos culturales y económicos.
El recuento es incompleto, pero resalta movimientos provechosos hacia un conocimiento mutuo, necesario después de décadas de hostilidad.
Los cubanos muestran a los estadounidenses su hospitalidad, pero saben de los febriles esfuerzos de extremistas para influir sobre la nueva administración, con el avieso fin de frenar, y hasta revertir, el proceso hacia la normalización de relaciones.
La actitud es contraria a elementales normas de la convivencia entre países vecinos que si bien mantienen y tendrán profundas diferencias, pudieran conversar sobre ellas y concretar un intercambio útil, como el pautado en ciencias y salud.
El gobierno cubano reafirmó su disposición a mantener un diálogo respetuoso con la nueva administración estadounidense sobre la base de la igualdad, reciprocidad y respeto a la soberanía e independencia.