por María Josefina Arce
El presente mes se avizora bastante complicado para el gobierno del golpista Michel Temer, ya sacudido por escándalos de corrupción y que ahora enfrentará nuevas manifestaciones populares por su programa de corte netamente neoliberal.
Desde que asumiera de manera nada limpia la presidencia de Brasil ha enfrentado Temer el descontento de gran parte de los brasileños, quienes se oponen a sus planes de disminuir los salarios, privatizar empresas y servicios, entregar las riquezas del país a las multinacionales y disminuir drásticamente las inversiones en áreas públicas esenciales como la educación y salud.
Por eso los brasileños intensificarán su presencia en las calles para protestar contra las iniciativas del ejecutivo que debate el Congreso y que retiran derechos a los trabajadores.
La propuesta de Enmienda Constitucional, bautizada por las autoridades como Reforma de Pensiones, será el centro de la manifestación del venidero 8 de marzo, en la que se unirán las 9 centrales sindicales del gigante sudamericano.
El proyecto gubernamental pospone jubilaciones y disminuye los valores de los beneficios, impactando especialmente en mujeres, profesores y trabajadores rurales.
Según el Departamento Inter-sindical de Estadísticas y Estudios Socioeconómicos, con el proyecto gubernamental un 70% de la población del país va a quedar fuera del sistema de seguridad social. Además, estiman, la enmienda fomenta el debilitamiento del sector público de pensiones en Brasil y promueve el aumento de la vulnerabilidad social, la pobreza y la desigualdad.
Vagner Freitas, presidente de la CUT, Central Única de Trabajadores, afirmó que “No es una reforma. Es demolición. Es el fin del Sistema de Pensiones. Nuestra lucha es por la jubilación...”
Los organizadores de la protesta estiman que el polémico proyecto ataca no solo la Constitución, sino las conquistas de los trabajadores y el derecho a la seguridad social, además de atender a los intereses del mercado financiero y estimular la migración de los trabajadores a los planes de pensiones privados.
La iniciativa también reduce los beneficios de pensiones por muerte y aumenta las cotizaciones para la seguridad social de los empleados públicos.
El plan de reforma a las jubilaciones está en el centro de la política neoliberal del actual gobierno, que la justifica para apuntalar a la crítica economía, pero que no parece ver que empeorará la situación de muchos brasileños.
De hecho ya se estiman en 12 millones el número de desempleados, mientras que 10 millones de trabajadores están bajo la línea de pobreza.
La realidad es que con esas iniciativas de carácter neoliberal el gobierno del golpìsta Michel Temer pone sobre los hombros de la clase trabajadora los costos de una política regresiva y autoritaria de ajuste fiscal que, echa por tierra los logros sociales de los años de gobierno del Partido de los Trabajadores.
El panorama no es nada alentador, si millones de brasileños salieron de la pobreza bajo la presidencia de Luis Inacio Lula Da Silva, primero, y Dilma Rousseff, después, ahora todo parece indicar que muchos retornarán a esa situación por el programa neoliberal del actual gobierno.