por Roberto Morejón
A 41 años de su proclamación, la República Árabe Saharaui Democrática enfrenta aún la ocupación marroquí de gran parte del territorio y el saqueo de recursos naturales.
Cuando se reactiva el peligro de la reanudación de choques bélicos entre el Frente Polisario y los efectivos del reino alauita, este último concreta el regreso a la Unión Africana después de 33 años de separación.
Rabat dio un portazo a la entidad regional ante el amplio reconocimiento a la República Árabe Saharaui Democrática.
El reintegro fue interpretado por analistas como un eventual resquicio para dialogar sobre la situación del Sahara Occidental, pero el rey Mohamed VI no muestra señales al respecto.
Marruecos continúa el bloqueo de la convocatoria a un referendo previsto por la ONU para que los saharauis se manifiesten por la autodeterminación o una hipotética adhesión al país vecino.
El gobierno saharaui denunció la violación marroquí del acuerdo de alto al fuego de 1991 así como la extensión del muro levantado por los conquistadores.
Las acusaciones señalan a Marruecos por construir una carretera para trasladar cannabis al este de África.
En el plano económico, la potencia regional ocupante saquea los recursos esenciales de una tierra rica en minerales, esencialmente fosfato, y otorga licencias de pesca y prospección petrolera a compañías foráneas.
Rabat se apropia de las ganancias obtenidas a partir de esas autorizaciones.
De cara a la población autóctona, Marruecos debería garantizar su bienestar, pero niega servicios vitales como los de salud y educación y acentúa la pobreza y la discriminación de género.
Otra perspectiva tiene la población exiliada en Argelia y en las zonas liberadas, aun cuando prevalecen apremios cotidianos y existe una economía de subsistencia por las duras condiciones impuestas por la guerra y el asedio marroquí.
No obstante, la República Árabe Saharaui Democrática cuenta con un gobierno, una Constitución y autoridades electas.
Esas estructuras junto al reconocimiento como Estado por más de 80 países y de la propia Unión Africana le conceden a la joven República las credenciales para iniciar el despegue en caso de validarse su autodeterminación en un referendo.
Marruecos debería utilizar su regreso a la Unión Africana para conversar sobre la devolución al pueblo saharaui de las zonas ocupadas o en todo caso aceptar la celebración del referendo auspiciado por la ONU.
Constituye un baldón para África y el resto del mundo que el Sahara Occidental represente la última colonia del continente y figure en la lista de los 17 territorios sin autogobierno que analiza el Comité de Descolonización de la ONU.