Por Angélica Paredes (Radio Rebelde)
Posiblemente uno de los mayores pataleos del senador republicano Marco Rubio ocurrió cuando el 17 de diciembre de 2014, Cuba y Estados Unidos decidieron restablecer sus relaciones diplomáticas.
Quienes como él siempre han jugado al odio y la confrontación, no pudieron admitir su derrota ante un nuevo escenario de diálogo bilateral.
Nosotros tenemos memoria. Cuando nacía el siglo XXI, Cuba y el mundo fueron testigos de su descabellada postura, junto a otros congresistas de la ultraderecha miamense de origen cubano, quienes trataron de impedir el regreso a Cuba del niño Elián González.
Pero este legislador no solo se empeña en atacar al país que le dio sus orígenes. Sus perversos planes van mucho más allá de los intentos fallidos por asfixiar a esta Isla, así que optó por la intromisión en los asuntos internos de naciones en la región latinoamericana, cuyos gobiernos progresistas enfrentan las amenazas imperiales.
En los últimos días, y a propósito de la batalla librada por la República Bolivariana de Venezuela en el seno de la desprestigiada Organización de Estados Americanos (OEA), no pocos medios de comunicación de la región ponen al descubierto las patrañas del senador de la Florida, tristemente célebre por su campaña de venganza y terror contra los gobiernos progresistas del continente.
El Consejo Permanente de la OEA aprobó, sin el consentimiento de Venezuela, la discusión de los asuntos internos de ese país suramericano en una sesión extraordinaria de ese organismo.
En ese contexto, el senador estadounidense Marco Rubio amenazó a países como Haití, El Salvador y República Dominicana, señalando que si respaldaban la soberanía de Venezuela serían sancionados con una reducción de la ayuda económica de Estados Unidos.
Finalmente, pese a las presiones, los tres estados expresaron su rechazo a la postura injerencista de la OEA y sus perversos aliados.
Y otra vez el senador republicano salió mal parado en su bochornoso papel como lacayo de la OEA, organización que solo ha servido como instrumento de la política injerencista de Washington en la región.
El senador Marco Rubio tiene un historial bien oscuro. Con sus controvertidos antecedentes políticos fue uno de los aspirantes a la candidatura presidencial republicana para las elecciones del pasado noviembre.
Pero en la contienda salió a relucir una muestra de los trapos sucios que acompañan la vida política y personal del insólito ex aspirante a la candidatura presidencial de su Partido Republicano.
El político miamense, que representa al ala más reaccionaria y retrógrada de la comunidad cubana residente en el sur de la Florida, mantuvo un discurso de campaña enrarecido y contradictorio acerca de cruciales temas como la problemática migratoria de millones de indocumentados, y otros asuntos tan sensibles como la seguridad social y los planes de salud para los más necesitados.
Marco Rubio es un títere, producto del resentimiento y la frustración de quienes pretenden aún adueñarse de Cuba. Es un personaje vergonzoso del sistema imperial que se seguirá estrellando contra la dignidad y la vergüenza de los pueblos de la región latinoamericana.