por Nicanor León Cotayo
Allí están realizando una triste y curiosa actividad, el inventario de quienes cada noche duermen en sus aceras.
Sobre tal drama escribió este martes una periodista del Nuevo Herald, Brenda Medina.
El titulo de su reportaje es: “Cuando el techo es el cielo” (una noche con desamparados en Miami-Dade).
Comienza citando, a manera de ejemplo, el caso de un ex militar devenido vagabundo que reposa en el suelo. Se trata de Woodrow Cowl, con quien tropezaron la madrugada del 27 de enero último.
Explican que estaba desplomado en una parada de ómnibus, en el centro de Miami frente a la lujosa tienda Macy,s.
Añade, se le veía sentado con su vieja maleta negra y una botella de licor.
Luego un grupo de empleados del Homeless Trust de Miami-Dade, del gobierno municipal de Miami, se aproximó al área donde Cowles pasa sus noches.
¿Objetivo? Sumarlo al conteo anual de los indigentes que deambulan en el territorio de ese condado.
A ellos correspondió el centro de la localidad, Brickell, y una parte de la titulada Pequeña Habana. Según organizadores del sondeo, hay un nueve por ciento menos de personas sin hogar que en 2016.
Aclaran que tales cifras incluyen a quienes viven en las calles y los que están en albergues locales. O sea, afirma la periodista Brenda Medina, que en todo el año pasado hubo en la Ciudad del Sol 4 235 indigentes, mientras ahora, solo en enero, contaron 3, 847.
Pero, si se alejan los dos grupos, exhiben un aumento del tres por ciento entre las personas que duermen en las aceras, parques y estacionamientos.
En el 2016, como promedio unas 980 personas sufrían los rigores de la noche a la intemperie.
Hace poco más de tres meses funcionarios del Homeless Trust localizaron a 1,011 desamparados que duermen en la calle. El antes referido Woodrow Cowles, de unos 60 y tantos años, estuvo entre ellos.
Pero Cowles, advierte la periodista, no es un caso cualquiera. Se trata de un veterano del Ejército a quien confirieron el privilegio de trasladar directamente a un refugio para gente sin hogar. “¿Y si no me va bien?”, repetía.
Y el presidente del Homeless Trust, Ron Book, le contestaba:
“Vamos a llevarte, vamos a darte ayuda, todo va a salir bien”, le insistía Book, mientras el supuesto héroe lo miraba receloso, escribió Medina.
La victima agregó ante reporteros que no era de Miami, así como que vive en la calle desde hace años, sin ver a su familia ni poder abandonar el alcohol.
Su testimonio, aseveró la autora del reportaje, “es parecido al de muchas personas entrevistadas esa noche” Añadió que tienen problemas de salud mental o adicciones, mientras otros, sencillamente, repudian ingresar al mundo de esos albergues.
Otros se niegan a quedarse en los refugios, aún cuando la mayoría de las personas sin hogar en Miami los solicitan. Observadores anotan que lo hacen como último recurso, luego que en Miami los han hostigado implacablemente.
¿Motivo alegado para eso último? Que dañan la imagen de una urbe que se precia de ser territorio cada vez más reservado para millonarios.
No se han ocultado para llegar a declarar que su abultada comunidad de indigentes ensucia la imagen que desean vender.
Pero esconderlos también bajo la alfombra no lava una suciedad de la que cuelgan raíces muy profundas.
(CubaSí)