Un mundo más inseguro

Editado por Maria Calvo
2017-04-10 11:08:03

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por Guillermo Alvarado

En el curso de apenas unos cuantos días este mundo que habitamos se convirtió en un lugar mucho más inseguro debido a la escalada de las guerras alimentadas por apetencias geopolíticas y el control de recursos estratégicos, y la multiplicación de actos terroristas que cobran vidas inocentes.

En la martirizada Siria un ataque químico causó el 4 de abril más de 80 muertos, entre ellos decenas de niños, y dio paso a un injustificado y desproporcionado bombardeo estadounidense contra una base aérea.

Los análisis más sensatos indican que ambos acontecimientos están íntimamente vinculados y forman parte de un plan global para derrocar al legítimo presidente Bashar Al Assad y poner en su lugar un régimen acomodaticio a los intereses de Estados Unidos y otras potencias occidentales.

Pensar que el gobierno de Damasco ordenó un ataque químico contra su propio pueblo es absurdo. Esto equivaldría a un suicidio político y militar, echar por la borda más de seis años de resistencia a una guerra impuesta desde el exterior.

Por otro lado, nadie se beneficia más con actos de esta naturaleza que la llamada oposición armada, así como las bandas extremistas patrocinadas por Washington y sus aliados.

Para buscar cuáles son los verdaderos enemigos de la paz en Siria y toda la convulsa región del Oriente Medio, no hace falta más que mirar a los que aplaudieron el ataque ordenado por el presidente Donald Trump, sin ninguna base legal.

Pero lo cierto es que este bombardeo efectuado desde la flota estadounidense asentada en el Mediterráneo agudiza el conflicto y lo pone al borde de convertirse en una guerra de gran amplitud, incluso de nivel internacional.

Aparejado con estas circunstancias está la reactivación de ataques terroristas, como los perpetrados en Rusia, Suecia y Egipto.

Una estación del metro de la ciudad rusa de San Petersburgo fue objeto el lunes 3 de abril de un ataque terrorista que dejó 14 fallecidos y más de 50 lesionados.

Cuatro días después en la ciudad de Estocolmo un camión de reparto, que había sido robado poco antes, embistió a una multitud en las afueras de una tienda y causó cuatro muertos y 15 heridos. El autor, presuntamente de nacionalidad uzbeka había expresado por internet sus simpatías por la organización terrorista Estado Islámico.

El domingo, cuando la comunidad cristiana en todo el mundo conmemoraba el inicio de la semana santa, dos atentados con bombas en iglesias coptas de Egipto mataron al menos a 44 personas e hirieron a más de cien creyentes que asistían a las ceremonias religiosas tradicionales de la fecha.

Se trató en todos los casos de actos crueles, dirigidos expresamente contra civiles indefensos con el propósito de sembrar el temor en todo el mundo y que muestran el verdadero rostro de aquellos que llevan la muerte como estandarte.

No cabe la menor duda de que unos pocos días han sido suficientes para hacer de nuestro mundo un lugar aún más peligroso, pero esta oleada podría continuar a menos que haya una respuesta unida, un solo grito contra el terrorismo y quienes lo patrocinan.



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