por María Josefina Arce
Bolivia cuenta con el 40% de la reserva mundial de litio, el metal más liviano de la tabla periódica de Mendeléyev que se ha convertido, de acuerdo con los expertos, en la fuente de energía limpia más codiciada del mundo.
De ahí que el país sudamericana haya apostado por la explotación soberana de este recurso natural, que hace funcionar artículos que forman parte de la cotidianidad de las personas como las baterías de los teléfonos celulares, de relojes digitales, los marcapasos y las computadoras portátiles.
En ese camino ya en el salar de Uyuni, uno de los desiertos salados más grandes del mundo, ubicado en el estado de Potosí, se construyeron plantas pilotos de Carbonato de Litio, aunque los planes son construir una gran instalación en ese lugar.
Además el pasado mes de marzo quedó constituida la empresa estatal Yacimientos de Litio Boliviano, que será la responsable de realizar las actividades de toda la cadena productiva del litio, desde los inicios que incluyen la prospección, exploración y explotación.
Para el presidente Evo Morales el objetivo es que se pueda garantizar la explotación de litio en muchos años, no solo para beneficio de todos los bolivianos, sino también para la región y el mundo.
La industrialización del litio forma parte de la Agenda Patriótica del Bicentenario, que busca eliminar la extrema pobreza en el país antes del 2025, un objetivo con el cual está seriamente comprometido el gobierno que preside Morales y en cuya consecución se ha avanzado notablemente.
La estrategia del ejecutivo posibilitará que las ganancias que genere la comercialización de los productos que contienen ese metal se destinen a proyectos sociales a favor de todos los bolivianos, en especial de los sectores más vulnerables.
Esa es la política seguida por Morales, que en su primera medida a la llegada a la presidencia en 2006 nacionalizó los recursos naturales del país, hasta ese momento en manos de empresas extranjeras y que no reportaban ningún beneficio para la población boliviana.
Las ganancias generadas han sido destinadas en estos 10 años a programas sociales que posibilitaron que, si antes de 2006 la pobreza era de casi 39 por ciento, se redujera a 17 por ciento, y las autoridades tengan como meta bajar ese porcentaje a 9,5% en 2020 y colocarlo en cero en 2025, cuando Bolivia cumpla 200 años como país independiente.
Las noticias refieren que ya más de una veintena de empresas extranjeras de Rusia, China, Alemania y Estados Unidos, entre otros, han expresado su interés en la construcción de la Planta Industrial de Carbonato de Litio, en el salar de Uyuni.
De acuerdo con las autoridades, el proyecto de industrialización del litio, que demandará una inversión de 900 millones de dólares, comprende tres fases. La primera ya fue concluida en su totalidad con la implementación de las plantas pilotos, que en este momento están en plena producción, de acuerdo con datos del Viceministerio de Altas Tecnologías Energéticas.
Bolivia no quiere repetir con el litio la historia de otros gobiernos con la plata y el estaño, que exportó como materias primas sin valor agregado y no dejó beneficios para los bolivianos, por eso además de buscar su extracción impulsa la industrialización de ese mineral, considerado el “oro blanco” del siglo 21.