por Guillermo Alvarado
Uno de los azotes históricos de la humanidad, el hambre, amenaza con provocar muertes masivas en varios puntos del planeta, mientras hay países que gastan millones de dolares en aventuras militares y otros derrochan alimentos que bien empleados podrían salvar vidas en peligro inminente.
En Etiopía, Kenia y Somalia la intensa sequía tiene al límite a por lo menos 11 millones de personas, muchos de ellos niños, de acuerdo con un reporte del Programa Mundial de Alimentos, PMA, y el Fondo de la ONU para la Infancia, UNICEF.
La desnutrición severa, combinada con enfermedades peligrosas, como el cólera, la malaria y el sarampión, pueden causar la muerte de muchos menores en poco tiempo, aseguró Leila Pakala, directora regional de UNICEF para el norte y el este de África.
Agregó la funcionaria que los niños también están en riesgo por consumir agua contaminada, carecer de vacunas y de acceso a cuidados médicos de calidad.
La calamitosa situación también se repite en naciones como Yemen, Nigeria, Sudan del Sur y Uganda, varios de ellos sometidos a conflictos armados que están destruyendo la escasa infraestructura sanitaria que existía.
La oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados advirtió que la crisis humanitaria en África podría ser peor aún que la vivida en 2011, cuando perdieron la vida alrededor de 260 mil seres humanos, la mitad de ellos niños menores de 5 años.
Las cosechas han fracasado por la falta de lluvia y los conflictos, lo que provoca grandes oleadas de refugiados, que no reciben una adecuada atención.
José Graciano da Silva, director de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, calificó como insostenible la crisis en la cuenca del lago Chad, donde décadas de abandono, el cambio climático y la falta de desarrollo impactan en millones de personas.
Se informó también que por lo menos la mitad de la población de Iraq corre peligro de sufrir hambre este año como consecuencia de las guerras de ocupación que sufrió ese país por una alianza internacional encabezada por Estados Unidos, y las secuelas de violencia e inestabilidad que todavía perduran.
La FAO, UNICEF, ACNUR y otras entidades realizaron en días recientes urgentes llamados para evitar muertes masivas en estas regiones.
Las miradas de las potencias occidentales, sin embargo, están más bien centradas en agudizar conflictos, como la guerra impuesta contra Siria hace más de seis años, que tienen objetivos geoestratégicos y de control de recursos naturales.
Cada uno de los misiles Tomahawk lanzados por Estados Unidos contra una base aérea siria cuesta un millón y medio de dólares, lo que quiere decir que esa inútil y criticada operación tuvo un costo de casi 90 millones de dólares, dinero suficiente para salvar del peligro de muerte por hambre a una gran cantidad de niños.
El hambre y el temor tienen un precio a largo plazo. En Centroamérica los niños de la calle de hace 20 años crecieron y ahora muchos de ellos son pandilleros que tienen en vilo a la sociedad que los ignoró. ¿Que sucederá con los niños con hambre de África y el Oriente Medio? ¿Qué harán dentro de 20 años los que sobrevivan?