Por Arnaldo Musa
Tal como ocurrió anticipadamente en las agresiones a otros pueblos, más pequeños -siempre hay que repetirlo y recordarlo-la mentirosa madeja propagandística occidental presenta a Estados Unidos como “víctima” de circunstancias en las que no que no le queda más remedio que actuar… a miles de kilómetros de su territorio, sin que medie amenaza contraria de por medio, porque, realmente, en el caso que nos ocupa, no la hay.
Así, ejercicios militares unos tras otros, cada vez más sofisticados y peligrosos, se presentan contra la República Popular Democrática de Corea (RPDC), una de las naciones más calumniadas de la historia moderna, cuya eficacia ha servido para granjearle las antipatías hasta de los sectores progresistas menos avispados ideológicamente.
Ahora, hasta el 21 de abril, por lo menos, Estados Unidos y grupos serviles acompañantes de países vecinos al Norte de Corea están enfrascados en manobras de las que puede surgir una agresión contra Pyongyang, la capital, y otros sectores industriales y de alto volumen poblacional de la RPDC.
Tal como actuó impunemente contra Siria, destruyéndole con 59 misiles Tomahawk una base aérea, el presidente norteamericano, Donald Trump, sigue blasonando de que no le quedará más remedio que actuar contra el Norte coreano, y trata de diluir su responsabilidad sobre el principal aliado de Pyongyang, China, a la que impreca para tratar de desarmar a la RPDC.
“Está buscando problemas”, es la frase más difundida de Trump al efecto, preparando un ambiente para “castigar” a un contrario que se le torna roñoso y se muestra “farruco” cuando se le amenaza, porque, y no hay antecedentes, no da un paso atrás.
Mientras naves de guerra, entre ellas el portaaviones nuclear Carl Vinson, donde los marines realzan operaciones de vuelo, se aproximan a las costas norcoreanas, el gobierno de Kim Jong-un respondió:
“Los movimientos insensatos de EE.UU. para invadir a la República Popular Democrática de Corea han llegado a una fase grave”, por lo que esta nación “está preparada para reaccionar a cualquier forma de guerra deseada por Estados Unidos”. y espetó con firmeza:
“Consideraremos a EE.UU. responsable de las consecuencias catastróficas que acarreen sus actos escandalosos”.
Lo cierto es que la tensión ha subido en gran medida, exacerbadas por las exigencias a Pyongyang y su aliado chino para que le ayude a frenar a la RPDC, cuando es EE.UU. es el que la amenaza con destruirla y tiene el reciente precedente del ataque misilístico, repentino y desproporcionado a la base militar siria.
El tono se ha ido tornando cada vez más desafiante en uno y otro lado, alejado del silencio con el que reaccionó Trump, entonces recién llegado a la Casa Blanca, cuando Pyongyang realizó un nuevo ensayo balístico el pasado febrero, en plena visita del primer ministro japonés, Shinzo Abe, a Estados Unidos.
El caldeado ambiente aumenta en paralelo a las crecientes discrepancias con Rusia, debido a sus diferentes posiciones respecto a la guerra de Siria, donde Trump ha seguido por el momento la política de proteger a los “terroristas buenos”, lo cual es ahogado en estos momentos por las advertencias norcoreanas de que no claudicará ante cualquier ataque norteamericano, aseguró que esté será respondido y que, incluso, puede afectar el territorio continental de Estados Unidos.
(Tomado de Cubasí)