por Roberto Morejón
La invasión a Cuba por Playa Girón en mil 961 constituyó una evidencia de la aplicación del terrorismo de Estado, un término poco utilizado entonces, a la inversa de lo que ocurrió después, cuando Washington ejecutó frecuentemente esa táctica genocida.
Ubicada en la sureña Bahía de Cochinos, Playa Girón fue el objetivo principal de desembarco de las tropas anfibias de la tristemente célebre Brigada 2506, todavía evocada por la ultraderecha de la emigración cubana en la Florida.
Alistado por la CIA, Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, el contingente mercenario recibió entrenamiento en países centroamericanos que se prestaron sumisamente a la invasión de un país con historia y tradiciones muy similares.
Para esos gobiernos fue decisivo que hasta el propio presidente estadounidense, Dwight Eisenhower, aprobara el plan del ataque y ordenara iniciar el reclutamiento de mercenarios de origen cubano.
Eisenhower y su sucesor, Jhon F. Kennedy, cargaron con la responsabilidad de la invasión y de que hasta la propia Marina de Guerra estadounidense escoltara a la brigada de fieles servidores del poderoso país.
Pero los mil 500 efectivos fuertemente armados, apoyados por tanques, artillería y decenas de aviones, enfrentaron en Cuba una resistencia inesperada del Ejército Rebelde, la Policía y milicianos, muchos de estos últimos con poco entrenamiento.
Con la acertada dirección del líder histórico Fidel Castro, los cubanos lograron el retroceso de los invasores y cercaron a los fugitivos, hasta que el 19 de abril se declaraba su derrota total.
El precio a pagar por los cubanos no fue irrisorio porque los aventureros enviados por Estados Unidos dieron muerte a 176 personas, causaron heridas a otras 300 y discapacidades futuras a otras 50.
La denominada Operación Pluto, según el lenguaje de la CIA, culminó con un estrepitoso fracaso y con la primera derrota del imperialismo en América Latina.
El terrorismo, hoy en auge, golpeó a Cuba no solo mediante la invasión mercenaria abierta sino a través de acciones organizadas y financiadas por la CIA, solapadas o no.
Estados Unidos practicó el terrorismo de Estado contra Cuba sin que la OEA, Organización de Estados Americanos, echara a un lado su añeja hipocresía, a pesar de la presentación de las pruebas de la invasión por Playa Girón.
Hoy, cuando la OEA parece muy preocupada por la situación en países que muy selectivamente escoge, debería evocar su pasado al servicio de intervenciones nefastas en naciones independientes como Cuba.