por Roberto Morejón
Durante los gobiernos del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, El Salvador avanzó considerablemente en la esfera educacional con la colaboración de los cubanos.
Gracias a la estrategia oficial y la asistencia de pedagogos cubanos, El Salvador logró la reducción del analfabetismo a casi 10 por ciento en los últimos diez años, después de tener ese índice en cerca de 18 por ciento.
El municipio San Miguel de Mercedes fue declarado recientemente libre de iletrados, para llegar a 70, con la asesoría de las misiones cubanas, renovadas periódicamente.
Como ocurrió en la mencionada demarcación del departamento de Chalatenango, el método empleado fue el denominado Yo sí puedo, cuya efectividad fue reconocida por organismos internacionales.
Más de 10 millones de personas aprendieron a leer y escribir con el método referido en el mundo, inspirados por esa creación de la fallecida pedagoga cubana Leonela Relys, a cuya memoria puede dedicarse cada persona sacada de las sombras.
Adaptado a los idiomas inglés y portugués y al quechua, aymara, guaraní, creole y swahili, este último de África, el procedimiento fue implantado en 30 países desde 2002.
Muchas veces a solicitud de gobiernos de esas naciones y otras por autoridades regionales, los asesores cubanos explican la cartilla del Yo sí puedo a los facilitadores locales y luego permanecen al tanto de su aplicación.
En El Salvador, la experiencia ha sido tan fructífera que el Ministerio de Educación avanza en su objetivo de declarar 12 municipios más libres de analfabetismo en el año en curso.
La creación pedagógica cubana se asocia a programas del gobierno como el denominado Vamos a la escuela, para instar a las familias y a los niños a superarse.
Los salvadoreños expresan su gratitud a los cubanos tanto por la aplicación del método Yo sí puedo como por la Operación Milagro, mediante la cual muchas personas recuperaron su vista.
Desde la puesta en marcha del Centro Oftalmológico en el hospital público de Santa Gertrudis, en el departamento de San Vicente, especialistas cubanos atendieron a decenas de miles de casos de pterigium y cataratas, sin costo alguno.
A la instalación acuden personas muy humildes, sin los recursos para costear una intervención quirúrgica de ese tipo.
El hospital, construido con recursos del gobierno, marcó un salto de calidad en la salud pública, al contribuir a la reducción progresiva de los tiempos de espera y garantizar el acceso a esos servicios, reconoció el presidente Salvador Sánchez.
Cuba y El Salvador aportan recursos humanos y materiales para extender en el más pequeño país centroamericano la aplicación de asistencias básicas para los seres humanos.