por María Josefina Arce
En 1992 en la ciudad brasileña de Río de Janeiro en la llamada Cumbre de la Tierra personalidades y gobiernos comenzaron a entender el peligro que se cernía sobre el planeta y la humanidad, una amenaza sobre la cual advertiría un estadista de clara visión como el líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro.
Harían falta 23 años para que la comunidad internacional aunara esfuerzos y en diciembre de 2015 en la capital francesa 195 países firmaran el Pacto de París, encaminado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para frenar el cambio climático.
Sin embargo, en los últimos días, Estados Unidos, el segundo mayor contaminante del planeta, se desvinculó de los esfuerzos mundiales para evitar el calentamiento global y frenar las negativas consecuencias que tiene para el mundo el cambio climático.
El presidente Donald Trump decidió y así lo anunció que Estados Unidos se retirará del Acuerdo climático de París, mediante el cual la nación norteña se comprometía a reducir en un 28 por ciento hasta 2025 sus emisiones de gases contaminantes.
Con su habitual discurso nacionalista y proteccionista, Trump, que ya se había pronunciado contra el acuerdo como candidato presidencial, justificó la controvertida decisión con el argumento de cumplir con su deber de proteger a Estados Unidos y a sus ciudadanos.
Pero los cálculos apuntan a que el retiro de Washington del Acuerdo podría redundar en emisiones adicionales de 3.000 millones de toneladas anuales, suficiente para acelerar el derretimiento de las capas polares, la elevación del nivel del mar y provocar fenómenos climáticos extremos.
Lo cierto es que Trump ha evidenciado su poco interés en el cuidado del medio ambiente. En sus poco más de cuatro meses como presidente se ha dado a la tarea de desmantelar el legado ambientalista de su antecesor Barack Obama. Hasta el momento ha firmado catorce órdenes ejecutivas destinadas a ese fin.
Por demás nombró a la cabeza de la influyente Agencia de Protección Ambiental a Scott Pruitt, quien siempre ha rechazado que el hombre sea causante del cambio climático y, como fiscal general de Oklahoma, llegó a demandar 14 veces a la agencia que ahora dirige siguiendo las directrices de las grandes compañías petroleras y eléctricas
Su último anuncio ha generado una ola de rechazo, incluso sus habituales aliados europeos han criticado la decisión, con la que tampoco estaban de acuerdo algunos de los asesores del presidente estadounidense.
Pero si a nivel internacional son muchos los que lamentan el paso dado por Trump, en el propio país ciudades y autoridades de los diversos estados norteamericanos desafiaron a Trump y dieron vida a un movimiento para defender y aplicar el Acuerdo de París sobre el cambio climático en Estados Unidos.
En primera fila están los gobernadores de Nueva York, California y Washington, que juntos representan más de un quinto del Producto Interno Bruto nacional.
La decisión de Trump crea una gran incertidumbre, pues si bien naciones como China, Alemania y Francia expresaron su voluntad de mantener sus compromisos, muchos temen que aumente la presión de grupos nacionalistas en otros países para librarse de los compromisos asumidos de reducir las emisiones de gases contaminantes.