por María Josefina Arce
Las ciudades portuarias del mundo enfrentan múltiples desafíos que tienen como principal elemento la necesaria convivencia entre lo ambiental y lo urbano. La Habana no escapa a esta problemática por lo que busca asimilar experiencias que posibiliten el avance de los procesos de planeamiento y gestión integrada de la Bahía de La Habana y su entorno.
De ahí que la recién concluida Conferencia Internacional Diálogo Ambiental y Urbano entre Ciudades Portuarias, efectuada en la capital cubana, permitió conocer de acciones desarrolladas por otras ciudades portuarias del mundo para buscar el justo equilibrio y convivencia entre el puerto y la comunidad donde está enclavado.
Expertos de España y Alemania expusieron detalles de procesos similares de mejoramiento ambiental y de reconversión de antiguas áreas industriales y portuarias para usos públicos, ocurridos en ciudades costeras y portuarias de Europa y el mundo.
En opinión de los especialistas el puerto y la ciudad, deben desarrollar un enfoque común para la planificación urbana y portuaria y promover el entendimiento mutuo para buscar un equilibrio adecuado entre sus intereses.
En Cuba se han puesto en marcha programas de restauración y conservación patrimonial en el Centro Histórico de la ciudad habanera, y proyectos y planes de saneamiento y gestión ambiental en la Bahía de esa gran urbe, su zona costera contigua y la cuenca hidrográfica tributaria.
La Oficina del Historiador de la Habana, en alianza con la autoridad portuaria, tiene concebido un proyecto para avanzar en la recuperación de espacios antiguamente dedicados a la carga y descarga y, de ese modo devolver el encanto de la ciudad, cuya parte más antigua fue declarada Patrimonio de La Humanidad en 1982 por la UNESCO, Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Se busca devolver el esplendor a esa parte de la ciudad sin alterar ese paisaje que ha caracterizado, que forma parte de la identidad de la bahía de La Habana.
Uno de los pasos más importantes ha sido la reapertura al mar de la Alameda de Paula, antes limitada por tres espigones en los que se asentaban igual número de almacenes sin valor arquitectónico alguno.
Ahora esta hermosa alameda está conectada a un paseo flotante que, en opinión de los especialistas, lleva más lejos la nueva frontera entre la ciudad y su bahía.
Para el Historiador de La Habana, Eusebio Leal, este trabajo constituye también un pacto social para formar, educar y dar oportunidades a la comunidad.
De ahí que una de las prioridades del Grupo de trabajo estatal Bahía de La Habana es fomentar el cuidado del medio ambiente en las empresas aledañas a la zona y a su cuenca hidrográfica. Por ello de forma regular esa entidad organiza cursos y seminarios de capacitación para eliminar vertimientos perjudiciales en la bahía.
Igualmente con el objetivo de promover una cultura ambiental la Plaza San Francisco, del complejo Morro-Cabaña, fue escenario el pasado mes de marzo del Primer Festival Ambiental Cuenca Este de la Bahía de la Habana.
La comunidad donde se asienta el puerto es el principal actor en el proceso de transformaciones que se desarrollan en esa parte de capital cubana buscando una convivencia de mutuo beneficio entre el puerto y la ciudad.