Por María Josefina Arce
Con su habitual colorido y ritmo volvió a acoger la oriental ciudad de Santiago de Cuba el esperado Festival del Caribe, que sin interrupción durante más de tres décadas se ha convertido en un espacio donde confluyen la música, danza y otras manifestaciones que conforman la identidad caribeña.
Cada año en el mes de julio la ciudad, escenario de importantes acontecimientos de la historia cubana, se llena de júbilo y comparte con sus hermanos caribeños, quienes siempre han mantenido una postura solidaria con el pueblo cubano.
Para el ministro cubano de Cultura, Abel Prieto, el evento se ha consolidado como espacio de confluencias y vínculos en la región y ni siquiera en los más duros años de la crisis económica de los 90 dejó de hacerse, lo cual, afirmó, evidencia el empeño de la Casa del Caribe, de sus inspiradores y fundadores, intelectuales y autoridades santiagueros.
En esta ocasión los festejos han tenido como país invitado a Bonaire, integrante de las denominadas Islas de Sotavento de las Antillas Menores y que cuenta con una población de 18 mil habitantes.
Esta isla, miembro de los territorios de ultramar de la Unión Europea, llegó con todo su esplendor y su riqueza cultural, fruto de la mezcla de africanos y europeos.
Doscientas personas integran la delegación de Bonaire, encabezada por Edison Reyna, Gobernador de la isla caribeña, en una muestra del respeto y prestigio alcanzado por esta festividad anual.
En esta nueva edición de la también llamada Fiesta del Fuego, organizada cada año por la Casa del Caribe, participan más de 700 representantes de unos 25 países del área
Desfiles, fiestas campesinas, sesiones teóricas, encuentros de poetas, talleres de religiones populares, exposiciones y el Coloquio Internacional El Caribe que nos une se desarrollan como parte de esta festividad, que cuenta entre sus mayores atracciones el Desfile de la Serpiente, el Homenaje a la Rebeldía Esclava y la Quema del Diablo.
Durante varios días calles, plazas, teatros y salones de Santiago de Cuba son tomados por asalto por las distintas manifestaciones artísticas que distinguen al Caribe, y que posibilitan aún más la tan necesaria integración regional.
La Fiesta del Fuego, de gran convocatoria y considerada una de las citas de la cultura popular y tradicional más importantes en la región, recuerda al líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro, quien precisamente fue un ferviente promotor de la unidad del Caribe.
Es además este evento una muestra de la importancia que Cuba le concede a sus vínculos con los países caribeños, que a lo largo de la historia han dado muestras de dignidad y valentía al fomentar sus nexos con la Mayor de las Antillas, aún ante los chantajes y presiones de Estados Unidos.
La Fiesta del Caribe es, como bien la definiera el ministro cubano de Cultura, un monumento de amor entre la gente, diverso y respetuoso de las diferencias y la diversidad, en el que dialogan culturas en un mundo donde se levantan muros y redoblan fronteras, se avivan odios y racismos y están en peligro la paz y la convivencia civilizada.