Por: Guillermo Alvarado
Cuando el presidente de la principal potencia militar del planeta amenaza con borrar de la faz de la tierra a todo un pueblo con “fuego y furia como el mundo jamás ha visto”, la comunidad internacional debe sentirse muy preocupada y reaccionar con firmeza ente una conducta totalmente incivilizada y prepotente, más propia de la edad de piedra que del siglo XXI.
La amenaza proviene del jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, en referencia a la República Popular de Corea y, de paso, nos recordó que el fantasma de una conflagración nuclear continúa sobrevolando a la humanidad.
En Estados Unidos ha habido gobernantes que se caracterizaron por su falta de sutileza, pero ninguno se acercó siquiera a lo que ha demostrado Trump, que con esta salida de tono estremeció inclusive a sus más cercanos colaboradores, que trataron de bajar el nivel del exabrupto.
A pesar de los esfuerzos del secretario norteamericano de Estado, Rex Tillerson, por tranquilizar a la sociedad estadounidense y decirles a los ciudadanos que pueden dormir tranquilos porque las palabras de su jefe sólo fueron “un mensaje fuerte” a Corea del Norte, Trump volvió poco después a las andadas.
Desde su club de golf en Nueva Jersey, donde pasa unos días de vacaciones, el gobernante puso un mensaje en las redes sociales donde afirmó que desde el inicio de su mandato el arsenal nuclear norteamericano es mucho más fuerte y poderoso que nunca, lo cual fue desmentido por especialistas.
En realidad la modernización de las armas atómicas en la nación norteña se ejecutó bajo la administración de Barack Obama. En siete meses de trabajo Trump no pudo hacer esa tarea, pero lo que si es verdad que su veleidosa forma de gobernar hace que esos mortíferos artefactos sean mucho más peligrosos que nunca.
El presidente está acompañado en sus bravatas por algunos miembros de su gabinete y uno que otro asesor. El secretario de Defensa, James Mattis, dijo en un comunicado que Corea del Norte debe renunciar a la pretensión de tener armas nucleares porque eso llevaría a la destrucción de su pueblo.
Al mismo tiempo el asesor presidencial Sebastian Gorka se atrevió a decir que Estados Unidos fue una superpotencia, pero que ahora es un hiperpoder y criticó a políticos, periodistas o analistas que contradicen a Trump.
Más aún, el pastor Robert Jeffries, asesor oficial del presidente, metió a dios en el asunto. En un insólito mensaje dijo que "en el caso de Corea del Norte, dios ha otorgado a Trump la autoridad para eliminar a Kim Jong-un", como para justificar un eventual atentado contra el presidente de la nación asiática.
Como se puede apreciar, estamos ante un conjunto de fanáticos muy peligrosos que de no ser contenidos pueden llevarnos hasta el borde de un desastre de grandes proporciones.
Hay que recordar en estos momentos aquella advertencia atribuida a Albert Einstein, cuyos descubrimientos, por cierto, ayudaron a crear la bomba atómica, quien habría dicho que, si acaso ocurriera una tercera guerra mundial, la cuarta, de haber sobrevivientes, se peleará a pedradas.