Por Arnaldo Musa
Caracas ya está respondiendo a la agresión mediante la activación por la Asamblea Nacional Constituyente de un plan para defender la economía y las finanzas.
Fracasada en sus intentos de impedir primero, la elección de la Asamblea Nacional Constituyente y luego su instalación, la contrarrevolución interna aspira a que a la guerra económica a la que se enfrenta la nación, se sume la agresión militar directa de Estados Unidos.
Para esto, el gobierno de Donald Trump indicó la posibilidad de un bloqueo naval, calificado de locura por el presidente Nicolás Maduro, quien advirtió que las fuerzas armadas están listas para rechazar cualquier ataque, reforzó la frontera con Colombia, con el fin de impedir una traicionera invasión, y movilizó a centenares de miles de venezolanos dispuestos y activos en el castigo a la intentona imperialista.
”Las cosas no están para juego. Es la soberanía e independencia lo que están en riesgo”, señalo Eleazar Díaz Rangel, director del diario Últimas Noticias, mientras Maduro aseguraba que “con el esfuerzo de nuestro pueblo, todo lo que están intentando contra Venezuela fracasará, y Venezuela saldrá fortalecida, cada vez más libre, más independiente en lo económico, financiero, político, diplomático, militar”.
De Estados Unidos y de un presidente como Donald Trump no se podía esperar otra cosa, conociendo, como acaba de constatar el pueblo norteamericano, que está rodeado de lo que le complace: racistas y supremacistas que odian no solo a Venezuela, sino a toda Latinoamérica, plagada de, según ellos, de “una raza inferior”.
“Creer que esas sanciones solo tocarán a Venezuela es como creer… que el anuncio de la construcción del muro electrificado entre la frontera de México y EE.UU., es una agresión solamente a los países que tienen migrantes en Estados Unidos. No, no es contra esos países ni contra México, es contra toda América Latina y el Caribe”, enfatizó Maduro.
Como ya muchos conocen, el pasado viernes el Presidente de Estados Unidos emitió una orden ejecutiva que prohíbe a ciudadanos y entidades estadounidenses cualquier transacción, como la compra de emisiones de deuda y bonos, con el Estado venezolano y la compañía Petróleos de Venezuela (PDVSA), lo cual es considerada como la peor agresión norteamericana en los últimos 200 años a Venezuela.
Caracas ya está respondiendo a la agresión mediante la activación por la Asamblea Nacional Constituyente de un plan para defender la economía y las finanzas, y convocó a las empresas estadounidenses que compran petróleo venezolano a una reunión urgente para afinar mecanismos de funcionamiento, tras la guerra económica impuesta por la Casa Blanca.
DEMONZACIÓN E INCAPACIDAD
Dentro de la misma estrategia, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Mike Pompeo, aseguró que Venezuela se encuentra influida por Hezbollah e Irán, dos de los actores geopolíticos que Washington ubica dentro del “Eje del Mal,” y que por ello “puede convertirse en un riesgo para EE.UU.”.
Por esto se ha montado todo un tinglado para que los alabarderos que controlan la prensa monte en un mecanismo mediático. Esta maniobra de “inteligencia” busca fortalecer el cuento de que Venezuela es un país promotor del “terrorismo islámico”.
En esa nebulosa de mentiras se encierra una gran verdad: la derecha venezolana es incapaz de crear algo, voltear el tablero y lograr el apoyo popular, por lo cual se hace depender de la voluntad de un presidente que sanciona, bloquea bancos y finanzas, e intenta aislar diplomáticamente.
Hubo una vez que esa derecha aprovechó errores gubernamentales para lograr una victoria legislativa, por primera vez en 17 años, pero ese control de la Asamblea Nacional se convirtió en un freno total a medidas de beneficio a la nación, por lo que tuvo que ser suspendida, no eliminada, tras lo cual, con la aprobación mayoritaria electoral, se votó por la creación de la Asamblea Nacional Constituyente, que fortalecerá la Carta Magna y ayudará al buen gobernar.
Todo esto revolvió a lo peor de lo peor, quitó caretas a los hipócritas, y puso a esa parafernalia de genuflexos a la altura de la gusanera de origen cubano en Miami, que dicta normas a sus acólitos venezolanos.
Mientras participa pobremente, de manera enunciativa, en mesas de diálogo con el gobierno, la mal llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), intentó responsabilizar al presidente Nicolás Maduro por la amenaza de intervención militar de Donald Trump, cuando sus principales dirigentes fueron protagonistas de las súplicas a gobernantes y funcionarios estadounidenses para que invadieran el país, ante los sucesivos fracasos de todas sus estrategias violentas y terroristas.
Así, repasando la propia prensa vendida a la oligarquía nacional, existe constancia de que en este 2017 importantes enemigos de la Revolución Bolivariana, como Julio Borges, Luis Florido y Lilian Tintori, se han fotografiado con funcionarios estadounidenses, y Luis Almagro.
De la pronorteamericana Organización de Estados Americanos, en tanto viajan regularmente a Washington y Miami, para lograr el bloqueo financiero del país por los grandes bancos internacionales.
Borges aparecía sonriente junto a H.R. McMaster, asesor de Seguridad Nacional, quien estaba en la reunión donde Trump anunció la opción militar y amenazó con invadir a Venezuela; en tanto Florido y Tintori lo hacían con los congresistas Marco Rubio y Bob Menéndez, de la gusanera anticubana, enemigos del gobierno constitucional venezolano y gestores del financiamiento a los protagonistas de la ola terrorista.
O sea, todos ellos son parte del menjurje que se cocina para agredir a Venezuela, en una acción contrarrevolucionaria en la que los “cocineros” pudieran salir quemados.
(Tomado de Cubasí)