Por: Guillermo Alvarado
El papa Francisco inicia este miércoles una visita a Colombia y encontrará un país que dio un paso más en ese camino que constituye la paz, luego de que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y el insurgente Ejército de Liberación Nacional, ELN, acordaron un cese al fuego bilateral durante cuatro meses, que podrá prorrogarse a medida que avancen las negociaciones.
El obispo de Roma hará un recorrido por cuatro ciudades importantes en la nación sudamericana de 48 millones de habitantes y mayoría católica, que incluirá Bogotá, la capital, así como Villavicencio, Medellín y Cartagena, donde además de los actos litúrgicos habituales tomará contacto con la población.
Fuentes del Vaticano indicaron que el papa no tendrá reuniones con líderes del ahora partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, FARC, que inicia su vida civil luego de medio siglo de lucha guerrillera hasta la firma de los acuerdos de paz en 2016, y tampoco lo hará con representantes del ELN.
La razón, señalan, es que se pretende dar un mensaje global de reconciliación en una sociedad fragmentada por los efectos de la guerra, que dejó más de siete millones y medio de víctimas, entre muertos, desaparecidos y desplazados.
Una muestra de estas profundas fracturas es que grupos católicos ultraconservadores, formados sobre todo por sectores muy acomodados de la población, rechazan la visita de Francisco y sus llamados a una paz completa en Colombia, de la misma manera que objetaron los acuerdos firmados con los rebeldes.
De todas maneras la iglesia católica está vinculada a este proceso, y una muestra de ello es que formará parte de una comisión que verificará el cese del fuego entre el gobierno y el ELN, una organización que, por cierto, tiene parte de sus raíces en la teología de la liberación.
Fundado en 1964 por estudiantes y sindicalistas colombianos, el Ejército de Liberación Nacional recibió entre sus filas al año siguiente al sacerdote Camilo Torres y poco después a otros tres religiosos influenciados por esa corriente teológica católica, entre ellos a Manuel Pérez, quien más tarde fue comandante en jefe de la agrupación hasta su muerte en 1998.
Torres se convirtió en una figura influyente entre la juventud latinoamericana luego de su caída en combate en 1966 y en la actualidad se espera aún que puedan recuperarse sus restos, que yacen en algún lugar de la selva colombiana.
El jefe negociador del ELN en Quito, sede de las conversaciones con el gobierno de Santos, el comandante Pablo Beltrán, reconoció que la visita del papa Francisco tuvo una influencia positiva para lograr el acuerdo del cese del fuego bilateral.
Agregó que los integrantes de esa guerrilla están firmemente comprometidos con el avance del proceso, como una modesta contribución a la paz, no sólo en Colombia sino en todo el continente.
Falta camino por recorrer, pero se ha dado otro paso en una buena dirección gracias a la voluntad de las partes y el acompañamiento de la comunidad internacional, lo cual demuestra en estos tiempos turbulentos que cuando se quiere, es posible aliviar los sufrimientos de la guerra y avanzar hacia la reconciliación.