El cólera, la enfermedad de la pobreza

Editado por Jessica Arroyo Malvarez
2017-10-04 11:36:30

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Por Guillermo Alvarado

Durante siglos el cólera fue una de las plagas que diezmó a la humanidad y su nombre hacía temblar a poblaciones enteras, pero a pesar de que fue controlada hace ya más de cien años, todavía constituye un azote mortal para millones de personas, sobre todo aquellas que viven en condiciones de extrema precariedad.

Si bien los especialistas vinculan este mal con la falta de condiciones higiénicas y agua potable, en realidad su caldo de cultivo está en la miseria que agobia a buena parte del planeta.

Un informe presentado esta semana por el Grupo Global para el Control del Cólera, entidad formada por varias agencias de la ONU y organizaciones no gubernamentales, señala que cada año tres millones de seres humanos se contagian con la bacteria causante de la enfermedad y por lo menos 95 mil fallecen.

Esto constituye una de las paradojas del mundo actual porque su tratamiento es relativamente sencillo y muy barato, pues basta la aplicación de sales de rehidratación oral cuando se detecta a tiempo, o dosis moderadas de antibióticos si el caso está complicado.

La elevada letalidad que presenta está íntimamente relacionada con el mapa de la pobreza extrema, de manera particular aquella provocada por conflictos armados que provocan la movilización de grandes masas humanas, así como por catástrofes naturales, advirtió el Grupo Global.

 

Después del terremoto que devastó a Haití en 2010, la epidemia de cólera afectó hasta la fecha a más de un millón de habitantes y diez mil murieron.

En Somalia y la República Democrática del Congo perecieron ya unas mil 300 personas, mientras en Yemen, sometido a una brutal guerra por una coalición encabezada por Arabia Saudita y apoyada por Estados Unidos, se calcula en 900 mil los casos detectados y más de dos mil los fallecidos. Para fin de año los contagiados podrían llegar a un millón advirtió el Comité Internacional de la Cruz Roja.

En este país el conflicto armado destruyó prácticamente toda la infraestructura de salud, no existe casi agua potable y el trabajo de las organizaciones humanitarias se ve obstaculizado por los enfrentamientos. Aquí se detectó un extraordinario nivel de contagio que está provocando una de las mayores epidemias de todo el mundo.

Otro foco de preocupación para la Organización Mundial de la Salud está en los miserables campamentos donde se aglutinan más de 400 mil miembros de la comunidad de los rohingyas en Bangladesh, que escapan a la represión de que son víctimas en Birmania.

Allí se detectó en días recientes un brote de diarreas agudas, uno de los síntomas del cólera, y los pocos activistas que trabajan en ese lugar tratan de identificar y aislar los casos antes de que se desate una emergencia sanitaria.

Uno de los objetivos de la comunidad internacional es que para 2030 se elimine el cólera en 20 de los 47 países concernidos, y controlar la enfermedad en el resto, pero la condición indispensable es resolver la pobreza extrema y los daños que la guerra y la intolerancia causan a la humanidad en pleno siglo XXI.



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